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Cadena de Favores, la expresión de un fracaso (II)

Comienza aquí la segunda y última parte de esta historia de favores encadenados que salió como primera entrega en el artículo que publiqué hace un par de meses con el título: “Cadena de Favores, la historia que no te contaron (I)”. Última al menos en lo que a mi participación se refiere puesto que la Cadena de Favores continúa, ojalá con muchas partes más. Última parte que he acompañado de la palabra “fracaso”, porque pese a todo lo que se ha comentado y se comenta y lo mucho que se hizo bueno en tan poco tiempo, lo sigo viendo como un gran fracaso personal por no haber sabido gestionar un proyecto tan bonito como este. Aunque he dudado si escribir o no esta continuación, porque había quedado muy bien la primera parte y han pasado ya casi dos meses desde mi marcha. El asunto es que sigue mi nombre pululando por ahí con referencias a la Cadena de Favores, siguen preguntando, y preguntándome, y comentando, rumoreando, diciendo y sospechando, así que prefiero salir al paso con mi versión final para que al menos quede ahí para quien quiera leerla.

Con todo esto, hecha ya la introducción pertinente, seguimos con la historia que habíamos dejado en el momento en que se fue Mayte, cofundadora de la Cadena, allá por finales de abril del 2012, dejando la cuestión de los fracasos para el final del relato.
Y bien, Mayte se fue pero siguió incorporándose gente al proyecto, muchas, muy valiosas y comprometidas personas. Recordar que por entonces aún trabajábamos con La Despensa, de donde salían multitud de casos de familias con problemas que luego eran derivadas a la Cadena y ayudadas con cuanto podíamos. De La Despensa partieron casos como el de “Tres peques con hambre”. Tres peques con madre y padre sin trabajo ni ingresos que necesitaban de muchas cosas y a los que ayudamos con dinero para pagar la luz que le cortaron, además de con mucha comida, bonos de fruta, asesoramiento, juguetes, electrodomésticos y muchos ánimos y apoyo que sin duda les sirvieron para no desfallecer en tan malos momentos.
Casi al mismo tiempo otra familia monoparental de madre y tres hijos menores entró a través de La Despensa, y al caso le pusimos “Eléctrica sin compasión deja sin luz a otra familia”. Era explícito el asunto y así quisimos significarlo: a las multinacionales eléctricas españolas poco les importan las familias con niños –y sin niños- y aquí otra a la que dejaron sin luz ni para calentar un triste baso de leche. También a ellos la Cadena les pagó varios recibos atrasados, y le dimos comida, y más bonos de fruta, y dinero en metálico para gastos de primera necesidad, y asesoramiento laboral, y muchos ánimos y apoyo. Hoy por suerte esta madre cobra al fin una mínima ayuda, lo que le da para salir a duras penas adelante, aunque ella sigue buscando trabajo.


Casualidades, o no, llegó un punto en el que se nos había repetido mucho el asunto de las Eléctricas que le cortan la luz a familias con niños, haciéndolo cuando no deben o cobrando más de la cuenta, y viendo lo que la Ley decía decidimos ir a denunciar el asunto, pues solidaridad sin denuncia se convierte en caridad cristiana a modo de lavado de conciencia, y no se trataba de eso. Bueno, decidimos en la Plataforma por la Dignidad de las Personas sin Hogar, sumados otros colectivos como La Despensa, la Federación de Asociaciones Los Menceyes o la Asamblea Sociosanitaria. La Cadena quedó al margen para no mezclarla en historias más delicadas aunque participaba también en esta acción sin figurar oficialmente. Y así convocamos una rueda de prensa y nos fuimos hasta la Consejería de Industria del Gobierno de Canarias, donde lo último que sabemos es que han abierto expediente sancionador por ello a Iberdrola y Endesa por una buena cantidad de pasta –que veremos si pagan finalmente-. También reclamamos en el Parlamento de Canarias, salió bastante en los medios y hasta circuló a modo de petición popular con destino el Ministro Soria (Industria), y bueno, algo bueno creo que hicimos, o al menos esa impresión me dio.

Pero volvamos, volvamos a la Cadena de Favores que es de lo que se trata. ¿Por dónde iba? Ah, ya… estábamos en mayo. Bien, como decía, por esa época ya éramos casi una gran familia, cada vez más gente, cada vez más implicados, cada vez más ilusionados, abordando nuevos casos, con más ayudas, más voluntarios y muchas donaciones anónimas. Vamos que la máquina solidaria funcionaba bastante bien pese a la aparente anarquía y ausencia de normas escritas. Así llevamos a la Cadena casos graves y urgentes entre los que recuerdo “Una familia del sur en apuros”, “Electricista y señora enferma necesitan”, “Enferma y acosada por las deudas”, “Sufrida familia con tres hijos menores”, “Yanit y su hijo viven en una infravivienda”, “Sola, sin dinero, sin trabajo, sin comida y sin casa”, “Rosa, una mujer muy solidaria que ahora necesita ayuda”, “No sin mi hija”, “Un menor con daño cerebral en condiciones muy difíciles”, “Madre joven sola con dos hijas pequeñas”, “Margarita no ve salida”, “Teresita y su mamá”, “Sin gafas, sin pañales, sin medicinas, sin comida, sin luz y casi sin casa” y “Sofía decide seguir”.
Cada cual más impactante y dramático, un verdadero milagro lo que conseguimos con la familia que llevaba más de un año sin luz, cuyo cambio de suerte tuvo mucho que ver con la irrupción en escena de Carmen y Darío, Darío el Grande, de Tenerife no de Persia. Mágico fue también lo que sucedió con Yanit, tanto igual que lo que pasó con la familia con tres niños que se veía en la calle por no encontrar avalista para el alquiler, con éstos últimos fuimos hasta a un Pleno del Ayuntamiento de La Laguna donde no nos hicieron demasiado caso, aunque la intervención quedó para la historia y al final conseguimos salvar a la familia adelantándoles el dinero de la fianza.


Cierto que también guardamos algunos fiascos, como el del señor argentino con su esposa enferma a los que apenas en nada ayudamos, o el caso de “sola, sin dinero,…” que se quedó esperando que hiciéramos algo por ella, y aún espera. Mención especial entre los fiascos para un caso que publicamos y que nos llegó a través de Cande –otra gran persona que aportó mucho y bueno a la Cadena-. El caso de Ainara Vera, una hermosa niña del sur de Tenerife con parálisis cerebral a la que fuimos a ver Cande y yo una mañana a su casa. Ainara necesitaba –y necesitará de por vida- de un costoso tratamiento en Navarra que no cubre el Servicio Canario de Salud y tiene a la familia desesperada desde hace años. Recuerdo que me costó aguantar las lágrimas un par de veces, y no tanto por el drama en sí, sí por el amor y el coraje de su madre, Macu, moviendo cielo y tierra por mejorar la vida de su hija. En la Cadena nos comprometimos a organizar algo para recaudar fondos, hablamos de un concierto y hasta llegamos a buscar grupos, pero la cosa se fue quedando ahí sin terminar de definirse, y que yo sepa poco o nada hemos hecho por esta familia desde entonces. Muy al contrario, tras un partido benéfico organizado por el futbolista Cristo Marrero para recaudar fondos para la niña, fue la madre de Ainara la que decidió donar 100 euros a la Cadena de Favores para ayudar a otras familias necesitadas. Sin palabras para calificar su gesto, el Caso de Ainara seguirá por desgracia abierto toda la vida.

Pese a esos contados fiascos, el balance de esta aventura solidaria a junio de 2012, en mi opinión, era bastante positivo. En pocos meses se había logrado ayudar a muchas familias en situación muy grave, y con ello estábamos logrando algo aún más importante, sembrar la idea de que los ciudadanos sí podemos mejorar las cosas en nuestro entorno por nosotros mismos, sin depender o esperar por otros. Por eso y por otras razones la Cadena era –para mí al menos- algo distinto a todo lo que había visto hasta entonces en movimientos de solidaridad, y lo era especialmente porque no necesitaba de ninguna institución o colectivo organizado dándole forma y sistema, eran sólo personas que ayudaban a personas sin esperar nada a cambio porque así se lo dictaba su corazón. Y bueno, así estábamos allá por el mes de junio, en el cenit del proyecto, con la Cadena luciendo con letras de plata hasta en el cartel del señor “Anoniman” de la autopista del Norte –otro milagro atribuible al Gran Darío-, 5 toneladas de comida recogidas en el Alcampo, con muchas familias esperando para ser ayudadas, mucha gente preguntando qué era aquello de la Cadena de Favores y la cuenta de los donativos subiendo y subiendo por la generosidad de muchos ciudadanos anónimos. Demasiado bonito para durar, y como suele decirse, a punto estuvimos de morir de éxito.

Así, hubo voces que reclamaron una mejor organización del proyecto aduciendo que hasta la fecha casi todo el peso lo había llevado yo, que casi se hacía siempre lo que yo decidía o que el muro de Facebook del grupo sobre el que giraba todo era un auténtico caos difícil de entender. Muy discutible todo aquello, porque incluso admitiendo que no soy nada bueno para organizar grupos tampoco habíamos funcionado mal hasta la fecha, a tenor de los resultados, y si algo había en la organización de la Cadena de Favores era libertad para proponer, escribir, sugerir, entrar o salir. Dicho con otras palabras, lo que se estaba dando a entender con aquella petición de una mayor organización era que el proyecto era ya muy grande y no podía seguir girando en base a la confianza, a la buena voluntad, a la palabra, a una o dos personas, a sabernos todos impulsados por un noble arrebato o como quisiéramos llamarlo, había que poner normas, reglas, leyes, obligaciones, sistema. Había que homogeneizar y hacer presente la desconfianza que mata a nuestra sociedad imposibilitada ya para confiar en nadie más que en uno mismo. Y aquello era justo lo que yo no quería y de lo que llevo tantos años huyendo. Si me gustaba la Cadena era porque era algo distinto, sin “policías”, sin castigos, sin desconfianzas, sin más normas que el saberse parte y responsable de un proyecto hermoso y positivo por el que valía la pena luchar.

Ante la objeción de que yo hacía demasiadas cosas, llámese protagonismo, llámese afán de control –como se insinuó-, cierto en la primera parte, hacía demasiadas cosas, pero no las hacía por protagonismo o por afán de controlar nada, las hacía porque creo que se me daban más o menos bien y rápido y además disponía de tiempo y me gustaba.
En fin, con toda aquella marejada de fondo sonando entre correos internos, algunos comentarios desafortunados se escribieron entre los que organizábamos, culpa mía por no evitarlos. Estos comentarios que se tornaron más feos cuando surgió el problema de La Despensa. ¿Os suena La Despensa? Ha estado sonando desde el principio, es la ONG con la que colaborábamos algunos de los fundadores de la Cadena, la ONG de la que partían muchos de los casos de la Cadena y asistía con comida a todas las familias ayudadas en la Cadena, la misma que abrió la cuenta corriente para las donaciones a su nombre, para evitar gastos y poder recibir donativos en metálico, dado que la Cadena de Favores no estaba oficialmente constituida como entidad jurídica.
La Despensa fue parte de la Cadena porque David y yo éramos amigos de Oscar y ya colaborábamos con La Despensa antes de que surgiera la Cadena de Favores, antes, cuando los padres de Oscar todavía vivían.


Con La Despensa todo había funcionado como a mí me gustaba, sin contratos, sin normas, en base a esa confianza, esa red de confianza estúpida que estaba empeñado en construir confiado en que había llegado el momento de construir la Utopía de ese otro mundo mejor y posible. Otra vez culpa mía, estaba equivocado. Y llegó un momento en que comprendí que Oscar quería hacer las cosas en La Despensa de una manera algo distinta a cómo yo entendía que debían hacerse. Y bien que estaba en su derecho, nada que objetar, La Despensa era suya no mía, él era el presidente y su recién estrenada novia la vicepresidenta. Y la red de confianza se fue al carajo. Fue entonces cuando comuniqué a algunos de los más activos de la Cadena de Favores –seguimos en junio de este año- que no podía seguir por más tiempo con La Despensa y era por tanto conveniente tomar alguna determinación en la Cadena de Favores, dado que ambos proyectos habían estado hasta la fecha muy conectados y yo participaba en ambos.


Y ya los tenemos servidos: problemas en la Cadena de Favores y problemas en La Despensa, conmigo por medio, y en ambos casos no los supe gestionar. El primero y principal error fue comunicar todo esto a la gente de la Cadena por mensajes escritos conjuntos. Lo peor es que ya me había pasado otras veces y volvía a repetirlo. Y es que yo ya sabía del perverso efecto que conlleva discutir o comentar cosas poco agradables en modo escrito, lo sabía pero lo volví a repetir, gravísimo error. Así, por correo me acusaron de manipular y ocultar deliberadamente información sobre La Despensa, por correo se calentaron mucho los ánimos y también por correo conseguimos salvar los muebles y organizar una asamblea de urgencia para tratar ambos asuntos: a) la nueva organización de la Cadena; b) la relación de la Cadena con La Despensa.

Y estamos ya en julio, principios de julio, es sábado, y hay asamblea matinal de la Cadena de Favores en el local de la Unión de Geneto. Poca gente en la asamblea; antes de empezar ya habíamos hablado algunos y habíamos arreglado lo que se había liado previamente en los correos, o al menos esa impresión me llevé. Ya metidos en la asamblea se habló y se decidió: en cuanto a la nueva organización de la Cadena se aprobó que hubiera administradores del grupo de Facebook rotatorios, un montón de subgrupos de trabajo y cambio en la forma de publicar los casos en el grupo. Nada que objetar si era eso lo que decidía la mayoría. Y en lo relativo a la relación de la Cadena con La Despensa, tras un previo intercambio de pareceres se plantearon dos salidas: una primera de continuar con La Despensa e ir soltando lazos poco a poco, por la que yo y algunos más optábamos dado lo mucho que teníamos entre manos, y una segunda opción de cortar radicalmente con La Despensa y buscar la forma de disponer de otra ONG legalmente establecida como soporte de la Cadena. La opción mayoritaria fue esta última. Y hasta aquí todo bien, la reunión transcurrió sin sobresaltos, sin discusiones, sin una voz más alta que otra, aunque las opciones tomadas ya presagiaban que la cosa seguiría complicada.


Ya estaba hecho, no había vuelta atrás. La Cadena había tomado ese camino me gustara a mí o no, son las cosas que tienen los grupos abiertos. Pero no, no me supe aguantar, no me callé cuando vi la manera de redactar y las fotos que se estaban colgando en el muro de Facebook del grupo. Demasiado forzado el buen rollo para mi gusto, demasiado artificial, como intentando vender algo superguay, y muchas referencias y fotos que aludían a energías, luces y demás historias con un tufo a secta de iluminados que tiraba para atrás. Detalles a simple vista pequeños pero a mi entender muy importantes en un proyecto que gira y funciona básicamente por lo que se publica en una red social donde la mayoría no se conocen. Y fui y lo comenté otra vez en un hilo de mensajes a unos cuantos de los organizadores. Y es que no aprendo. Se volvió a liar en los mensajes de ida y vuelta, algunos se sintieron aludidos por mis comentarios y en ese punto me encontraba ya tan incómodo y a disgusto que decidí que hasta ahí había llegado y dije que dejaba la Cadena de Favores.


Para terminar de rematarla, al día siguiente, uno de los nuevos administradores del grupo publicó un resumen un tanto particular de la asamblea que habíamos celebrado aquel sábado, un resumen donde aparte de dejarme bastante mal a mí dejaba algunos comentarios algo ofensivos para con la ONG La Despensa que bien se los podía haber ahorrado. Y claro, Oscar, el presidente de La Despensa, baneado ya del grupo de Facebook, no tardó demasiado en leer lo que se decía de su asociación ante más de 2000 personas. Imaginad el cabreo monumental. Buena parte de aquella noche de domingo la pasamos intentando convencer a Oscar para que no denunciara al autor del tan desafortunado resumen, y gracias, gracias sobre todo a Darío que estuvo ahí mediando.


Lo que siguió en los días posteriores fue todo un calvario para mí, al comprobar que se derrumbaba el proyecto por el que tanto había apostado en los últimos meses. Y lo peor fue que Oscar, bastante mosqueado por cómo habían ido las cosas, decidió bloquear la cuenta corriente con las donaciones para la Cadena hasta que no se presentara toda la documentación necesaria que acreditara las entradas y salidas de dinero, y así me tocó estar toda una semana buscando facturas y recibos, detrás de uno y de otro. Es lo que tienen las redes de confianza, me había fiado de todo el mundo y ahora me pasaba lo que me pasaba.
Con un poco de suerte y gracias también a la colaboración de muchos conseguí cuadrar las cuentas y entregar toda la documentación a unos y a otros, y pude irme algo más tranquilo de vacaciones. Algo más tranquilo sí, pero triste, bastante triste. Antes de marcharme dejé escrita la primera parte de esta historia, la misma que aquí se cierra con el epílogo “la expresión de un fracaso”.

Fracaso personal, salta a la vista de lo que acabo de contar.
Un fracaso, un grave error plantear la relación con La Despensa en base a una supuesta amistad y a la confianza, teníamos que haber firmado un convenio de colaboración con cláusulas y garantías varias, para evitar que aparecieran ranas a posteriori.
Otro error pensar que todos los de la Cadena de Favores entenderían mi idea de la red de confianza, el mundo es el que es, y también las cosas buenas, también la gente aparentemente buena arrastra en mayor o menor media esa completa mezcla de ignorancia, miedo y desconfianza que lentamente nos mata.
No supe entender todo esto, no supe evitar las polémicas. Tan dado a escribir, escribí más de la cuenta y algunos se molestaron. En definitiva, no supe gestionar ni uno ni otro proyecto, teniendo como tenía bastante responsabilidad en ambos, y así han acabado las cosas.

Y bueno, hasta aquí hemos llegado, esta es mi versión, lo cual no implica que sea la verdad, toda la verdad y nada más que la verdad, porque la verdad, como ya sabéis, depende siempre del que la cuenta. Yo al menos lo he vivido así.
Mea culpa y sin rencores, lo último que sé es que la Cadena de Favores continúa con su labor, que La Despensa abrirá en breve tras agosto y devolverá el dinero que queda en la cuenta de las donaciones.
Mucha suerte a todos y todas, disculpad las molestias causadas y quien sabe, igual nos vemos por el camino.


Eloy Cuadra

6 Comentarios

  1. Hola he leido todo lo arriba escrito y en verdad me ha interesado mucho lo que creo que es una labor solidaria en la que me encantaria participar como voluntaria. Si alguien me puede informar o contestar a este comentario ya he dejado mi correo electronico. Muchas gracias y un saludo.

    • Pues Mari, puedes buscar a la Cadena de Favores en facebook y participar con ellos, o puedes buscar otras formas de participar, con otros colectivos, con otras ONG, no te van a faltar. Mucha suerte y gracias por el interés.

  2. Visto así, de la forma que los has pintado te a quedado muy bien, y no, no digo que sea mentira lo que cuentas, digo que te quedaron algunas verdades por contar, verdades que no has querido sacar a la luz porque te pringan aún más si cabe, verdades que perjudican a unos cuantos pero que te dejan a ti bien colocado.

    • Bueno, sobre lo que dices Enrrolladisimo, creo que no se trata de hacer daño a nadie, aquí Eloy parece que asume su responsabilidad en el asunto sin entrar a hacer sangre ni criticar a nadie. Luego cada uno de los que han participado sacarán sus conclusiones y harán examen de conciencia, y si está en ellos asumir alguna parte de lo malo que ocurrió pues bien, y si no pues nada.

    • Gracias amigo, aunque no sé si nos conocemos. Por cierto, me ha gustado mucho la cita de Einstein que tienes en tu blog, es una obviedad decir que la comparto al 100%, y me tranquiliza saber que otros antes que nosotros ya pensaron lo mismo, señal de que no andamos muy desencaminados:

      “Aunque en mi vida diaria soy un solitario típico, mi consciencia de pertenecer a la comunidad invisible de aquellos que luchan por la verdad, la belleza y la justicia me ha preservado de sentirme solo. La más profunda y maravillosa experiencia que puede tener un hombre es el sentido del misterio. Es el principio que yace bajo la religión, las artes y la ciencia. Aquel que nunca haya tenido esta experiencia me parece, si no muerto, al menos ciego. Sentir que detrás de cualquier cosa que se pueda experimentar existe algo que nuestra mente no puede abarcar y cuya belleza y sublimidad nos alcanza sólo indirectamente como un débil reflejo, esto es religiosidad. En este sentido sí soy religioso. Para mí es suficiente con maravillarme con estos secretos e intentar humildemente de hacer en mi mente una imagen de la elevada estructura de todo lo que existe.”