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Cadena de Favores, la historia que no te contaron (I).

Apasionado de la escritura como de otras tantas cosas, no podía pasar sin escribir algo sobre ese proyecto al que llaman “Cadena de Favores – Comienza Contigo”…, ¿suena bien verdad? Eso de “comienza contigo” se le ocurrió a David, gran amigo, autor del logo y de otras muchas buenas cosas, siempre en silencio, siempre callado. Recuerdo aquella mañana de febrero en la cafetería donde solíamos reunirnos, Tomás, Rafa, David y yo, la Plata… qué equipo. Dudábamos si lanzar o no la Cadena de Favores a un mundo tan injusto e insolidario como el que vivimos. Dudábamos de su éxito, temíamos que quedara en nada pero lo pensamos mejor y precisamente por eso, porque nada teníamos que perder, decidimos dar vida oficial a la Cadena de Favores de Tenerife. Total, todo lo más constataríamos una realidad aparente: que aquí todos van a lo suyo. Aparente, realidad, aunque a veces las apariencias engañan.

Claro que, no estaría contándolo todo si no contara de donde partió la idea. Mayte y… Sara (nombre figurado): ellas dos hicieron saltar la chispa. Sara había sido compañera nuestra en la Plataforma, combativa y comprometida compañera hasta que hubo de dedicarse a sus cosas inundada de problemas. En esas, un día recibí un correo desesperado de Sara solicitando ayuda de cualquier clase, habiéndole detectado una enfermedad con muchas papeletas de ser cáncer, tras haber tocado ya a todas las puertas institucionales posibles sin encontrar auxilio. ¿Qué podía hacer yo ante eso? En seguida pensé en Mayte, conocida madre del colegio donde estudia mi hijo que hacía poco había superado un cáncer y era voluntaria de la Asociación de lucha Contra el Cáncer en Tenerife. No hice más que ponerlas en contacto y a los pocos días el panorama ya era otro. Sara había encontrado en Mayte una acompañante, una ayuda económica, una amiga que la escuchaba y la animaba. Tan hermoso fue que Mayte no dudo en escribirlo en su blog personal, avatares de una amazona, con el título de Mañana puedes necesitarlo tú.

Mayte escribió:

…ahora sueño con una red de personas que acogen a otras en sus vidas, en una tela de araña que crece en progresión geométrica. Porque esto no es una cuestión de caridad: es una cuestión de justicia.
¿Hacemos una cadena…?

…Y la hicimos.


Y que mejor espacio de intercambio y conexión que la gratuita y versátil red social Facebook, y así fue como nació el grupo de Facebook Cadena de Favores – Comienza Contigo.

A partir de aquí, se trataba de probar a ver qué pasaba cuando publicáramos un caso de alguien necesitado. ¿Respondería la gente ante un mensaje en Internet referente a alguien que no conocían escrito por una tal Mayte y un tal Eloy? ¿Quiénes eran estos? Por suerte, en el grupo de Facebook inicialmente no pululaban más que 200 miembros, la mayoría amigos míos y de Mayte que habíamos agregado sin preguntarles. La idea era que yo le pasara el informe preceptivo a Mayte y Mayte lo publicara en el grupo, aprovechando su experiencia en marketing y publicidad. Ella se encargaría de las publicaciones en el grupo y David y yo de la captación y valoración de los casos.

Así, un día, habíamos ido a los Servicios Sociales del Ayuntamiento de Santa Cruz a pedir entrevistas para Tomás y para Oscar. Oscar, presidente de la ONG La Despensa, apurado ya entonces. No pasamos del vigilante de la puerta.
Resulta lamentable que sea el vigilante el que tenga que atender a todo el mundo, los demás, los que cobran por eso, parapetados en sus oficinas no sabían no contestaban. Allí en la puerta también despachó el vigilante a un señor ya mayor al que no se le veía demasiado animado. Nos dio por hablar con él y al poco nos estaba contando su historia, allí mismo, en la puerta del Ayuntamiento, y allí mismo se nos puso a llorar. Aquel señor fue el primer caso que subimos a la Cadena de Favores: el Caso Alfa. Se trataba de un padre con dos hijos a su cargo, en situación económica muy precaria arrastrando además una enfermedad respiratoria que lo imposibilitaba para dedicarse profesionalmente a lo que había hecho toda su vida, cantar. Y la cadena se activó, recibió comida, alguien le llevó un saco de naranjas y 5 euros, estrenó nuestros bonos solidarios de fruta y verdura, le dieron dinero para pagar la luz que debía, le preparé un escrito para el Ayuntamiento, se le dio comida de La Despensa y se le asesoró legalmente, y más allá de eso, el verdadero milagro de la cadena: el importante empujón moral que recibió al sentirse ayudado por unos extraños que no eran más que ciudadanos de a pie. Al cabo de varios meses este señor consiguió acceder a una pensión no contributiva por su enfermedad respiratoria y su situación pudo aliviarse un poco. Todavía hablo con él de vez en cuando y siempre me repite que estará encantado de ir a tocar el piano a donde haga falta para la Cadena de Favores, en agradecimiento a lo que hicimos por él.

Y bueno, había dado resultado. Y tras de Alfa vino Beta, varón, 40 años, sin apoyo familiar, sin ayudas, sin trabajo ni respuesta de los Servicios Sociales de su Ayuntamiento, se veía en breve en la calle imposibilitado para pagar el alquiler de la habitación que usaba. Beta arrastraba el agravante de haber sido persona sin hogar en el pasado, afectada además de adicción al alcohol. Había logrado, con mucho esfuerzo salir del alcohol y de la calle y temía que al volver a la calle volviera a caer en el infierno del que había escapado. Y también a Beta le llegaron las ayudas solidarias: alguien le dio 50 euros, cada mes, otros le dimos lo que pudimos, alguien lo contrató tres días para pintar una casa, y fue tirando como pudo. Hoy Beta sigue en la habitación que tenía, no se ha ido a la calle, gracias a la ayuda de la gente y gracias también a su pundonor: el nunca dejó de luchar.

Entre tanto, habían pasado ya algunos días, la gente iba entrando poco a poco al grupo de Facebook, íbamos creciendo. Era divertido. Creo que fue entonces cuando decidimos organizar nuestra primera reunión abierta, el grupo había crecido, ya pasábamos de los 300, era necesario hacernos visibles, poner cara a la solidaridad facebokera y dar entrada a más gente en la organización. Fue en la Escuela de Arte Fernando Estévez, cedida amablemente por su director, amigo de Mayte. Recuerdo que allí fue donde vi por primera vez al señor Saint Cross y a Zebenzui, el taxista solidario, famoso hoy pero no tanto entonces. Estuvo genial, y es que no hay escritura que sustituya al contacto directo, a la voz, a una mirada, a un abrazo, a un agradable rato compartido. Eso sí, de allí salió una algo más organizada Cadena de Favores, gracias sobre todo al interés de Mayte por organizarla, porque yo, a decir verdad, disfrutaba mucho más con el conocer, el observar y el aprender, nunca me caractericé por ser un virtuoso del orden y la organización, más bien al contrario, prefiero dejar espacio a la espontaneidad, y confiar, y fluir, y crear, y dejar que cada cual se exprese en libertad. Pero claro, esto cuando las cosas empiezan a crecer a veces crea problemas. Y bien que los creó también en la Cadena de Favores.

Ya con las nuevas incorporaciones publicamos otro caso, tocaba seguir tentando a la solidaridad de los tinerfeños y esta vez le tocó el turno a una mamá joven con apenas 21 años, que vivía sola con su hijo pequeño enfermo del riñón en una casa de protección oficial donde se habían metido rompiendo la puerta enladrillada. Primer punto de inflexión importante en el devenir de la Cadena, decidimos cambiar la nomenclatura de alfabeto griego, muy fría y algo comprometida, sobre todo pensando en que pronto de seguir con el alfabeto llegaríamos al caso Theta, el caso Eta o el caso Kappa, con una sonoridad algo controvertida. Y decidimos ponerle Madre Coraje, por el coraje que mostraba esta mamá por sacar a su pequeña familia adelante. La respuesta fue inmediata, le llegó comida, le llegó un microondas, una nevera, una lavadora, ropa, apoyo emocional y… y no le llegó más porque…, porque no es fácil ayudar a la gente, y a veces tampoco es fácil ser ayudado. Lo cierto es que hoy, nuestra madre coraje está bastante mejor que cuando la encontramos, en parte también gracias al apoyo que recibió de unos desconocidos solidarios.

Casi al mismo tiempo publicamos también el caso de otra madre tanto o más corajuda que la anterior, a la que llamamos Madre Alegría por no repetirnos con lo de coraje, y porque mostraba una serenidad de ánimo y una sonrisa feliz frente a las adversidades que eran dignas de elogio. Esta vez se trataba de una madre entrada en la cincuentena, separada con problemas económicos y dos hijos a cargo, uno de ellos con una minusvalía del 89 %. De la Cadena recibió un lote de comida de La Despensa, además de algo de dinero y una maravillosa fisioterapeuta solidaria que aceptó darle rehabilitación gratis a su hijo, en una experiencia que según me cuentan está siendo muy enriquecedora para ambos. Al poco, la situación económica de nuestra mamá también mejoró y no hizo falta ayudarla más.



Entonces comprendí la magia de la Cadena, lo que la hacía especial, más allá de un bono de fruta o un recibo de luz pagado, la potencia del asunto era ver cómo simples desconocidos ayudaban a familias con problemas por el mero hecho de ayudar, sin buscar nada en su provecho, sin tener obligación de hacerlo por ningún imperativo legal impuesto, sólo por esa solidaridad humana que nos es propia pero casi hemos olvidado ya. En un mundo donde casi todo lo que sucede es malo, la Cadena ofrecía esperanza y marcaba el camino hacia ese otro mundo posible. Por eso y por mucho más han sido unos meses maravillosos.

Pero sigamos, no he de desviarme por la parte emocional de la historia, sino pronto empezaré a llorar. Volvamos con los casos. Volvamos con el primero que traimos de la ONG La Despensa, muy metidos ya David y yo en intentar reflotar a esta asociación que hacía semanas había perdido a sus dos fundadores, padre y madre del actual presidente. Se trataba de un voluntario de la misma ONG al que habíamos conocido hacía poco y al que le iban a cortar la luz de la casa por no poder pagar las facturas. Eran un matrimonio con cuatro hijos menores, con escasos ingresos y una considerable deuda a Iberdrola. El tema de los niños siempre fue mi debilidad, y supongo que de la mayoría de ustedes: ¿cómo dejar a cuatro menores sin luz en casa? Y así fue como publicamos el caso Un hogar sin luz. 90 euros para pagar un recibo, algunas gestiones en Iberdrola que llevé personalmente –que sirvieron para una posterior denuncia contra Iberdrola- y dos bonos de fruta fue lo que se llevó esta familia de la Cadena, hoy ya mucho mejor tras haber encontrado el padre un trabajo, afortunado él en estos tiempos que corren.

El siguiente caso nos trajo a otra mamá a la que pusimos de nombre Madre Desesperada, porque desesperada estaba cuando la conocimos en La Despensa, con dos hijos menores, sin pareja, sin ingresos, con una casa ruinosa de la que estaban a punto de desahuciarla, con problemas articulares, con un hijo con serios problemas respiratorios y además extranjera sin familia aquí a la que en todos lados cerraban las puertas. Estaba realmente angustiada, en cuanto subimos su caso la cadena empezó a moverse, aparecieron voluntarios para reformar su casa gratis, le pagamos una vacuna que necesitaba para su hijo, le dimos comida, le arreglamos la ayuda por hijos en la Seguridad Social y provocamos con nuestra solidaridad un efecto despertar en el padre de los niños, hasta entonces un pasota que nada hacía por ayudar a sus hijos y que por alguna extraña razón, quizá por temor a que se supiera el asunto, cambió radicalmente y se volcó con nuestra madre desesperada. Hoy esta familia está mucho mejor, han conseguido una casa mejor acondicionada que paga el padre, aunque ella creo que perdió su casa pero… Y nunca ha dejado de agradecerme lo que hicimos por ella en ese momento tan duro.

Casi sin tiempo a respirar nos llegó otro caso de la mano de Mamá Alegría, era una señora octogenaria amiga suya con problemas respiratorios y de movilidad bastante reducida. Necesitaba ayuda en forma de compañía, Una hora de tu tiempo, por las mañanas, al vivir sola en su casa y Mamá Alegría nos lo comentó. Fue bonito mientras duró, de la Cadena salieron varias chicas dispuestas a hacer compañía a nuestra abuela, y algunas mañanas estuvieron pero al poco, desgraciadamente, la señora empeoró de sus dolencias y se vio obligada a irse a vivir a casa de su hijo para estar en todo momento atendida. Pese a todo sigue manteniendo contacto con algunas madrinas de la cadena.

Y la cosa seguía marchando, seguían entrando nuevos voluntarios solidarios al grupo de Facebook, aunque tratábamos de tomárnoslo con calma, nada que ver con la vorágine de este último mes. Por entonces ya teníamos a una unidad solidaria patrullando la ciudad: el taxi solidario de Zebenzui recolectando comida para las familias de la Cadena. Solidario, dedicado, animador, siempre dispuesto, su entrada fue un golpe de aire fresco, muy necesaria, con él, arrastrados por él, entraron muchos más.

Otro caso peculiar, y difícil, que nunca publicamos –Un caso que quedó sin publicar-, fue el de una chica de mediana edad afectada por una depresión muy fuerte. Su padre nos había llamado pidiéndonos ayuda, pero ella se mostraba tímida y reacia a publicar su caso. Y lo publicamos sin publicarlo, esto es, lo publicamos igualmente pero diciendo que no lo publicaríamos, simples juegos del lenguaje. Al instante, fueron varios los que se ofrecieron, como psicólogos, como acompañantes, como amigos, y hasta lograron animarla un poco, pero era un caso muy difícil, necesitaba de una implicación y un tiempo que no encontramos para darle en la cadena. Espero y deseo que esté mejor, la recuerdo como una niña muy dulce.

Pero en la cadena no olvidamos las necesidades de quienes nos ayudaban y ayudaban a otros muchos, hablo de la ONG La Despensa. La Despensa estaba dando comida a las familias necesitadas de la Cadena, La Despensa había abierto una cuenta a su nombre para las donaciones de la Cadena, La Despensa ofrecía su camión y sus locales para las necesidades de la Cadena, que menos que intentar ayudar a Oscar en su empeño de mantener lo que comenzaron sus padres fallecidos hacía unas semanas. Así fue como subimos el caso de La Despensa bajo el título de Ayudando a quien ayuda. Y bien que lo ayudamos, con aportaciones periódicas para combustible, con abogados que asesoraron a Oscar en sus desahucios, con una gran colecta de alimentos que organizamos en el Alcampo de La Laguna, 5 toneladas de comida, ahí es nada, en sólo un día, con ropa y juguetes para repartir a los niños, con una muchedumbre que se congregó en la puerta de La Despensa el día del desahucio, con voluntarios que han entrado a colaborar con la ONG, con otra colecta de comida en el Puerto de la Cruz, y con mucho más, que le habría llegado si la colaboración entre ambos colectivos se hubiera mantenido también hoy. En esto, reconozco mi parte importante de culpa, pues yo fui quien llevó a La Despensa y a la Cadena de Favores a trabajar juntos, yo era el nexo de unión, era yo el que garantizaba que todo fuera bien, y fui yo quien en un momento dado decidió que no quería seguir con La Despensa, a partir de ahí llegaron los problemas. La red de confianza se había roto, y sin red de confianza lo que queda es la norma, la jerarquía, la vigilancia, el recelo, un ambiente en el que me encuentro bastante mal y que me hace hasta enfermar. Aunque, no nos desviemos, todo esto sucedió varios meses después del momento por el que voy. Antes, todavía teníamos que ayudar a muchas más familias.

Una ayuda de la que fue directa responsable una madrina muy especial, una joven anónima que entro en la cadena allá por marzo y ella sola se bastó para amadrinar y resolver más de un caso. Gracias a ella una señora de Guatemala pudo volver a su casa con su familia, Abandonada a su suerte a 9000 kilómetros de su casa. Había venido a Canarias engañada por una mafia de trata de blancas, el destino era Madrid y la prostitución pero no debió cumplir el perfil que esperaban y la dejaron tirada en Tenerife. La encontramos David y yo llorando en un semáforo donde acostumbraba a pedir limosna cuando las mafias rumanas la dejaban, no sabía ni leer ni escribir, inocente y noble como lo son muchos de los que vienen de lugares remotos no contaminados por el veneno de Occidente. Una semana después esta sufrida madre se marchaba a su país con una sonrisa en la cara y la grata sorpresa de haber encontrado ayuda de unos extraños en un país lejano al suyo. Quizás no éramos tan extraños; acaso ningún ser humano es tan diferente al resto como para no poder tenderle la mano cuando sufre.

Y casi nos convertimos en agencia de retorno porque por esas mismas fechas mandamos a casa a nuestro Viejo Picapedrero. Era un señor andaluz de unos 60 años que me encontré una mañana bien elegante y aseado pidiendo limosna en la calle, en el cartel ponía que necesitaba dinero para volver a casa y eso mismo fue lo que me contó en el rato que estuvimos hablando. Al parecer había venido a Tenerife desde su Granada de natal en busca de un posible trabajo de picapedrero, pero el trabajo le había fallado y tirado se había quedado en Tenerife sin dinero para volver. Y de nuevo la cadena respondió de manera formidable con dos padrinos esmerados que pronto consiguieron los 90 euros que costaba el pasaje en barco hasta Huelva, comida para el viaje y una propina para los posibles gastos. Fue un nuevo subidón de energía, otro caso resuelto por obra y gracia de la Cadena de Favores. Aunque, no lo comenten muy alto, pero hace poco me dijeron que han visto a nuestro viejo picapedrero otra vez pidiendo por Santa Cruz. Por lo visto comenta que ha venido de vacaciones a resolver no se qué asunto, si es así es que le van mejor las cosas, pero si está otra vez pidiendo limosna algo no me cuadra. Puede que el señor me tomara el pelo con la historia que me contó, o puede que sea verdad lo que dice, lo que sí es cierto es que se montó en el barco. En cualquier caso, no se lo cuenten a nadie no vaya a ser que…

Y en esas llegamos a otro momento muy especial en nuestra aventura que vino a acontecer cuando publicamos el caso de una joven madre sola y maltratada por la vida a la que llamamos Flor Apagada, imaginarán por qué. Ella y su hija, una historia dura, con una ayuda mínima de 426 euros y deudas varias en recibos de agua, luz y alquiler de vivienda, llegó a la Cadena a través de uno de sus integrantes, desesperada por no encontrar ayuda alguna en los Servicios Sociales de su Ayuntamiento. La realidad del caso y la manera de publicarlo tocaron la fibra sensible a muchos en la cadena y también fuera de ella. Recibió ayuda alimentaria de La Despensa en dos ocasiones, recibió bonos de fruta, acompañamiento, asesoramiento legal, apoyo emocional, ropa, consulta ginecológica gratuita, 40 euros para pagar un recibo de luz y varias entregas en metálico para ayudas de emergencia social. Con su caso fueron muchos los que entraron a la cadena animados y curiosos por saber qué era aquello que se movía por Internet y arrastraba a la gente a ayudar a los demás de esta manera tan hermosa.

Claro que, todo lo bueno acostumbra a tener también una parte mala o no tan buena, y de esto también nuestra Flor traía algo. Porque Flor es una niña que no tuvo una infancia fácil, más bien fue traumática, no podíamos pretender que fuera un dechado de virtudes, como no lo somos nadie. Flor falló alguna vez a alguna madrina, Flor gastaba en algunas cosas que algunos pensaron que no debía, y Flor dio lugar al primer cisma en la Cadena de Favores. Había que organizar mejor el asunto para que no pasaran estas cosas, había que repartir trabajo, había que controlar más a las familias a las que ayudábamos, de todo eso hablamos en una reunión del mal llamado “núcleo duro”, éramos ocho personas, algunos de los más implicados.
Se plantearon dos posturas claras, dos formas de entender la solidaridad: de una parte estaban los –aunque eran más ellas que ellos- que entendían que la Cadena de Favores debía, digamos exigir, a las familias ayudadas un cierto grado de responsabilidad, un compromiso, un plan de trabajo y hasta una conducta reformada; y de otra parte estábamos algunos que entendíamos que la solidaridad, la auténtica solidaridad, no tiene contrapartida. Mayte representaba el extremo de una postura y yo representaba la otra, entre ambos unos cuantos de los presentes repartidos a medio camino. Aquello dio lugar a una situación nada agradable, se dijeron cosas feas, se rompió la red de confianza y ya entonces dije que me marchaba muy triste y disgustado, incapaz de permanecer en un grupo que tomaba el camino de una burocracia jerarquizada al uso.

Al final fue Mayte la que decidió marcharse y con ella algunas madrinas más, quizás por culpa mía, por esa extraña forma de ser que tengo poco dado a la diplomacia. Pese a todo, para mí fue un duro revés, yo no quería que se marchara nadie, y mucho menos la persona que dio lugar al milagro de la Cadena de Favores. Así que bueno, con nuestras diferencias, Mayte siempre estará en el recuerdo en un lugar muy especial en toda esta historia. La mitad de la cadena, mil gracias Mayte por ser como eres.

Y hasta aquí la primera parte de esta historia, que puede ser más o menos cierta pero es así como yo la recuerdo. Espero que os haya gustado, si no es así mis disculpas. Pronto la segunda y quizás última parte y mientras tanto… Rock N,Roll

Hey Hey, my my… rock n,roll can never die

2 Comentarios

  1. No sustituirán a otros empleadosLa concejala indicó que «lo que ha de quedar claro es que no se pretende en ningún caso que las actividades desarrolladas sustituyan un puesto de trabajo, sino que sean actividades de análoga naturaleza a las de un voluntariado».