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Españolito espabila o volverás a pagar la factura (y esta vez será grande).

Conocida es la generosa resiliencia del ciudadano español, que aguanta y aguanta sin ofrecer resistencia casi desde siempre. Por no irnos demasiado lejos en el tiempo, aguantamos casi 300 años de Borbones, la peor dinastía de reyes que se vio a este lado del mundo. Así, cuando en el siglo XIX media Europa cabalgaba a lomos de la modernidad en España sufríamos a Fernando VII, el peor entre los peores, al que le siguieron tres sanguinarias guerras carlistas, y su hija Isabel, con los acostumbrados desmanes de la Iglesia y una larga sucesión de militares al mando. Salvo contados oasis revolucionarios tampoco el siglo XX le fue a la zaga, con más Borbones y generales en plaza, una guerra fratricida y un general -ísimo que se murió de viejo sin que nadie pudiera moverle la silla. Luego vino la democracia, con una transición a la carta de los de siempre en la que el pueblo poco pintó, a la que ha seguido una larga lista de gobiernos alternos de azules y rojos con más sombras que luces, para terminar con la peor clase política que se recuerda, y no es que lo diga yo, lo dice el CIS. Ay… cuánto que envidiar a nuestros vecinos franceses, que no dejaron una batalla sin pelear.
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Lamentaciones aparte llegamos a este momento de la historia, de golpe una nueva era y para no cambiar mucho el cuento nos toca enfrentarla desde el peor de los escenarios sanitaria y económicamente hablando, con el encierro más duro de Europa y ya próximos al millón de multas… ¡y aquí nadie dice nada! Demasiado sol supongo, mucha fiesta, demasiadas adormideras para la conciencia. El asunto es que lo que nos viene es serio, con una deuda pública que se prevé astronómica, una contracción del PIB a niveles nunca vistos y muchos de nuestros principales sectores productivos bajo mínimos y aún peor pronóstico, a lo que habremos de sumar una notoria falta de soberanía monetaria que nos limita el margen de maniobra, una soberanía que por ejemplo sí tiene el Reino Unido, dispuesto a darle a la fábrica de libras para reactivar su economía. Con este panorama parece que no nos queda otra que entregarnos a lo que Europa quiera hacer con nosotros, y ya lo estamos viendo, los austeros luteranos del Norte no ven bien el acostumbrado despilfarro de los fiesteros católicos del Sur -también conocidos como PIGS-, y no parecen muy dispuestos a ser generosos, no sin contrapartidas a modo de condiciones draconianas con las que los donadores se garanticen el retorno de lo abonado con intereses.
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Así las cosas algunos ya empiezan a cantar para que nos vaya sonando, y hace unos días leíamos a la Autoridad Independiente de Responsabilidad Fiscal (AIReF) decir que: “España necesitará dos décadas y un fuerte ajuste para devolver la deuda al nivel de 2019″. Traducimos “fuerte ajuste” y suenan recortes a las pensiones de hasta un 30% y otras tantas medidas de choque con un denominador común, empobrecimiento generalizado. Una situación que intentarán hacernos tragar con la retórica habitual de sacrificio y abnegación del pueblo español y unos medios de comunicación de masas convertidos en medios de justificación del nuevo status quo, con una coletilla final para el que pregunte: “es una crisis global, es lo mejor que pudimos conseguir”.
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En este punto muchos dirán: “pase lo que pase para eso están nuestros políticos, tenemos que confiar en ellos”. Cierto, si usted confía no hay mucho más que hablar. Este artículo va, en todo caso, para los que no confiamos en lo que sus señorías puedan hacer, y ello por una razón fundamental, la mayoría de partidos no harán ni pedirán nada fuera de lo políticamente correcto, porque son políticos de “clase” qué ante todo defienden su situación de privilegio, de modo que si pueden nos harán pagar la factura entera a los de siempre. ¿Y qué hay de confiar en los partidos que se presentan como alternativos a esos de siempre? Con uno creo que es peor el remedio que la enfermedad, y el otro, en esa huida desesperada hacia adelante por el camino se ha dejado la credibilidad y a toda la base ciudadana que un día tuvo, y me da que cualquier cosa que haga estará condenada al fracaso. En este escenario, a esa parte de la ciudadanía crítica e inconformista de los españoles solo nos queda una cosa, pasar a la acción hasta lograr ser también una voz, un actor político que pueda influir de alguna manera en el devenir de las cosas, que pueda abrir debates que sus señorías nunca se atreverán a plantear.
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Si se trata de recortes por ejemplo, que no sean solo a las pensiones, a los sueldos de los trabajadores y a los derechos de la ciudadanía, que se hable también del recorte de sueldos, dietas y prebendas a la clase política, ¿por qué no un 50%? O el recorte de políticos en unas Administraciones infladas, con funciones duplicadas y a veces hasta de triplicadas. ¿Y qué decir del recorte de altos cargos y personal de confianza que nadie voto nunca? ¿Quién votó a Iván Redondo, por ejemplo? ¿No eran los validos cosa de los reyes de antes? ¿Y por qué no listas abiertas?

A propósito de la envenenada ayuda europea, ¿no hay alternativa, un plan B, no podemos nosotros solos? ¿Tan dependientes y limitados estamos los españoles? Al menos podríamos hablarlo. Y puestos a abrir debates ¿qué pasa con los beneficios de la banca española a la que tanto se ha ayudado? En Portugal están limitados por mandato del Gobierno y nadie protesta. O la cuestión de los recursos del Estado ahora que todos lo miran como garante y salvador, ¿por qué no una banca pública o recuperar sectores estratégicos de la economía? ¿Para cuándo una fiscalidad justa y progresiva que grave más a los que más tienen? ¿Y qué decir de la cuestión sangrante de la vivienda? ¿Cuánto tiempo más vamos a pasar en España con más de tres millones de viviendas vacías y otros tantos millones de ciudadanos malviviendo sin casa ni futuro?
no te quedes en casa
Son todos éstos debates que a buen seguro no se abrirán –y si se abren sus señorías pasarán de puntillas-, porque no les interesa o no tienen la fuerza suficiente para defenderlos, y son cuestiones, no lo olvidemos, en las que nos va el futuro y casi nos va también la vida. Y todo esto, estimados lectores, únicamente pasa por construir una ciudadanía combativa y comprometida articulada en movimientos ciudadanos capaces de influir. Porque, como decía esa famosa cita de Niemöller, nadie va a hablar por ti.

Y bueno, esto es lo que quería decir esta vez, no con demasiadas esperanzas para ser sincero. Comentándolo el otro día con un amigo me decía que predico en el desierto, nada que hacer con el españolito, según él. Y tal vez lleve razón pero… que no sea por no intentarlo.

Eloy Cuadra

Un comentario

  1. Hola Eloy! Gracias por el esfuerzo que pones en tu blog y en la redacción de estos artículos, muchos con los que me identifico y agradezco la temática que tratas, porque efectivamente, pocos lo hacen. Quería transmitirte que como ciudadano me cansan y me retraen cualquier adjetivo o calificativo que reduzca, estigmatice o denigre la forma de pensar o criterio que tenga cada uno. Copiamos la descalificación que se procuran entre sí los políticos y lo convertimos en nuestro y lo integramos en nuestra forma de expresarnos. Términos como “facha, rojo, bolivariano, podemita, falangista, borregos y un largo etcétera” sólo ayudan a dañarnos y a separarnos cada vez más. No creo que tengas la intención de descalificar a nadie, y es evidente que el centro de tu artículo no es el siguiente pero tu referencia al término “españolito” tampoco ayuda. Puede reflejar cierto paternalismo y condescendencia, y sobre todo pesimismo. Y creo que lo importante ahora es reconocernos, aceptarnos y bregar por nuestros intereses colectivos e individuales.
    Yo he trabajado mucho en el extranjero y conozco poca gente, junto a los portugueses, con tanta capacidad de trabajo como nosotros. No conozco a una sociedad tan rica histórica y culturalmente como la nuestra. Conozco a poca gente tan solar y de gran corazón como lo somos nosotros. Pero a la vez, no conozco a ninguna sociedad que se reconozca tan poco como lo hacemos los españoles, con la dictadura más larga en Europa y como tú mencionas, con una larguísima serie de acontecimientos históricos contrarios a nuestros intereses. Yo por ello, abogo por una aproximación positiva, contrastada e integradora de nosotros los ciudadanos como integrantes de una sociedad lo cual no haces ni referencias. Yo he visto mucho ciudadano alzar la voz, buscando información alternativa, arriesgándose, desobedeciendo….nosotros, los ciudadanos, sí, porque los políticos y los informadores de platea, éstos, seguro, que no lo están haciendo. Gracias y un fuerte abrazo.