Forrest Gump estuvo corriendo sin parar durante tres años, dos meses, 14 días y 16 horas, hasta que un día sin que nadie se lo esperara, cayó en la cuenta de lo cansado que estaba y se fue a su casa. El inolvidable e inocente personaje interpretado por Tom Hanks es uno de los alter ego de ficción con el que más me identifico, también por esta escena. Podría dar mil razones para argumentar por qué me retiro del activismo, pero sería darle muchas vueltas y enredarlo mucho cuando todo se resume en eso mismo: estoy muy cansado y quiero irme a casa. Lo que ocurre es que ustedes están acostumbrados a artículos un poquito más largos, y estas pocas líneas no dan para rellenar nada, así que vamos a extendernos un poco más, si quieren, si les apetece leer.
Sin fe. Nunca hubo tiempos buenos para los activistas, no al menos para los que van contra el sistema, los de la utopía, los que quieren cambiar el mundo por otro más solidario, compasivo y humano; nunca tuvimos grandes triunfos en las plataformas y colectivos por los que pasé en estos 20 años, pero me mantenía la ilusión, o la fe, la esperanza o el convencimiento de que ese mundo mejor no estaba tan lejos. Hoy, ya no hay utopía, por más que intento buscar argumentos para seguir, algo positivo a lo que agarrarme, la razón es pesimista, muy pesimista, y así, a la voluntad optimista se le hace cada día más difícil seguir adelante.
Demasiado solo. A modo de autocrítica he de decir que ni los escritores ni los filósofos han sido nunca ejemplo de trabajo colaborativo, más bien todo lo contrario, individualistas a más no poder. Y aunque yo soy solo un aprendiz de filósofo y un eterno escritor en prácticas, algo de esta gente se me ha pegado, puede que el no saber crear grupos, trabajar en equipo o ser simpático. Quizá por eso o tal vez por otros motivos, lo cierto es que en la Acampada Reivindicativa Lolo Dorta no hay prácticamente nadie más allá de dos o tres compañeros, a los que agradezco muchísimo estos años de lucha juntos. Lo hemos intentado de todas las maneras en estos años, lo de fichar, animar o recibir a gente nueva, pero no ha sido posible y así se hace mucho más complicado, aún más cuando, ya lo saben, se echa tanto en falta a mi amigo y compañero, El Luchador, Lolo Dorta.
Demasiado fuego “amigo”. En este país no existe la cadena perpetua, pero en el activismo parece que sí hay para algunos condenas y vetos perpetuos. Así, hace unos meses volvió a salir en una asamblea de un grupo político con el que quería colaborar el asunto del picoleto, ¡20 años después de dejar el servicio activo!, cada dos por tres sale lo del godo, la semana pasada un compañero activista alineado conmigo ideológicamente me acusaba de racista de manera sibilina, otro me dijo que era un provocador nato empeñado en destruir, al estilo del cura Gapón, un tipo al que ahorcaron, y no hay forma de conseguir un mínimo apoyo o colaboración de prácticamente ningún colectivo de la isla o de Canarias, con argumentos peregrinos de lo más variados para esconder únicamente animadversiones personales. De entre todos salvo, eso sí, a los pocos amigos que hemos hecho últimamente entre los pensionistas, el PCPC y Recortes Cero. Igual es cierto una parte o todo lo malo que dicen de mí, pero como yo no lo veo así se hace duro de aguantar tanto fuego amigo, tan continuado, durante tantos años, y al final creo que he acabado desarrollando una especie de manía persecutoria que tampoco es buena.
Sin amigos entre los políticos. Esto sí creo que debe ser culpa mía, tantos años escribiendo artículos y haciendo análisis políticos de la situación en Canarias, tantos años siendo crítico con el sistema y con los partidos de la casta, y tantos años criticando también a los partidos alternativa por paniaguados, cobardes o acomodados, habiendo también intentado en el pasado alguna que otra aventura política, está claro que en nada ayuda a tener algún amigo entre los partidos actuales, y así, cuando no te quitan el habla, como le pasa a Alberto Rodríguez, te llaman machirulo o vengativo, como hacen los de Podemos, o te vetan en el Pleno, como ha hecho el PSOE este viernes en Santa Cruz. Tampoco es que sirva de mucho en la actualidad a las plataformas tener amigos entre los políticos, pero de ahí a tenerlos a casi todos en contra va una diferencia.
Un godo no puede ser soberanista. Hace tiempo que estoy convencido de que la lucha por mejorar Canarias para los canarios pasa, ineludiblemente, en lo social y en lo político, por una opción que busque empoderar a los canarios, hacerlos entender que pueden, sin sucursalismos que vengan de Madrid, desde posiciones progresistas y antisistema por supuesto, tratando siempre de conseguir más autogobierno para las Islas, y, por qué no, algún día, si se dieran las condiciones, la soberanía. Pero siendo el que soy y viniendo de donde vengo creo que me equivoqué de pensamiento, nunca hubo ni habrá lugar para mí en esa corriente, un godo que trabajó en la Guardia Civil, en Canarias estaría bien en el PP, en Vox, con Alvise, o si me apuran en el ala conservadora del PSOE, pero nunca más a la izquierda. Sobre esta opción política decir que hemos estado trabajando en las últimas semanas en unos estatutos que ya los teníamos terminados, ¿pero qué creen que pasaría si diéramos el salto a la política? En efecto, el fuego amigo lo recibiríamos aumentado por diez, acusado de mil barbaridades nuevas.
El pueblo no quiere salvar al pueblo. Lo he dejado para el final, quizá porque es la razón más importante, el lema de la Acampada Reivindicativa, eso que tanto le gustaba a Lolo, ¡Solo el pueblo salva al pueblo!, creo que es justo al contrario, porque hoy en Canarias el pueblo no solo no quiere salvar al pueblo, el pueblo va contra el pueblo, el pueblo persigue al pueblo, el pueblo criminaliza al pueblo. Amigos solidarios de toda la vida y buenas personas, ahora están contra mí, con Vox o con Alvise. El pueblo canario en su mayoría no quiere saber nada de opciones o luchas humanistas, solidarias o integradoras, unos pobres contra otros pobres es lo que hay. Lo vemos en las manifestaciones multitudinarias que pretenden celebrar el próximo 6 de julio, manifestaciones claramente racistas a las que se apuntan desde todos lados. Tengo infinidad de conocidos, personas precarias, familias a las que ayudamos, que están plenamente convencidas de que los africanos son el problema, tres cuartos de lo mismo sucede con el asunto de la vivienda, media España y buena parte de Canarias están convencidas que el problema de la vivienda son los ocupas, que la propiedad es sagrada, o que el alquiler vacacional está genial, y así con una larga lista de reivindicaciones a cual más alejada de lo que yo creo justo. Y lo peor es que el pueblo canario ya ha elegido, están casi todos en el extremo contrario al mío, y mucho me temo que la corriente reaccionaria irá a más en el futuro. Con esta realidad palpable, de repente te preguntas, ¿por quién luchamos?, ¿para qué tierra?, ¿para ayudar a quién?, ¿en serio vale la pena?, y así es muy difícil continuar.
Con todo, caprichos parece que tiene el destino, empecé en 2004 en el Aula de Solidaridad de la ULL (en la foto, el de la izquierda, en un acto de solidaridad en el Aula Magna de la ULL), tiempos felices luchando contra el racismo, ayudando a inmigrantes africanos, escribiendo, denunciando, y hoy 20 años después acabo como empecé, el círculo parece que se cierra, y vuelvo después de tanto tiempo a denunciar este racismo del odio y la intolerancia que parece que no nos vamos a quitar nunca. Entretanto, creo que algo hicimos por ayudar y por mejorar las cosas a este lado del mundo, supongo que nos seguiremos viendo, seguiré por aquí escribiendo, y por las calles, como un ciudadano más. Gracias por aguantar ahí, mucha suerte y mucha fuerza para lo que viene.
Eloy Cuadra