Versus Sistema Contra el Sistema
Culminan siete días de mucho nivel para los amantes del rock and roll en Tenerife, así, lo que comenzó el sábado pasado con un viaje nostálgico a los ochenta de la mano de Brighton 64 en nuestro querido Lone Star y continuó el jueves con los talentosos americanos de la Steepwater Band en el Aguere, se cerró este viernes con la mejor banda de rock español del momento, los valencianos Los Zigarros.*
Pero antes de entrar en materia conciertera propiamente dicha voy a hacer una parada entre bambalinas, para reconocer cómo merece la labor de promoción musical de Juan Salán, pues a él más que a nadie le debemos los rockeros que paramos por estas latitudes tantos años de buenos conciertos, en una tierra que no se caracteriza por ser muy fan de la guitarra eléctrica. Así a bote pronto que yo recuerde, nada menos que la Vargas Blues Band, Red Beard, Robert Jon and the Wreck o Reb Beach, en el último año. Así que vayan por delante nuestros reconocimientos, ¡y que Dios salve a Salán, rey de los promotores musicales del Archipiélago!
Tras este paréntesis obligado volvemos a lo que nos trajo este viernes por el teatro de El Sauzal, el mejor grupo de rock español del momento, no sin cierto riesgo a pesar del nivel, y es que, aunque para muchos entre los que yo me incluyo, Los Zigarros son con merecimiento el grupo que más fuerte está pegando en los últimos años en el panorama rockero nacional, no dejan de ser todavía poco conocidos para el gran público, como para confiar en llenar un auditorio en un apartado pueblo del norte de Tenerife un viernes de noviembre, coincidiendo además con el Black Friday de vorágine consumista. Y a pesar de las dificultades Salán y Los Zigarros consiguieron un lleno aceptable, para regalarnos hora y media de rock contundente y sin concesiones. De entrada un detalle importante que se agradece también, que no hubiera butacas en el auditorio, en mi opinión -tal vez una opinión muy personal-, el rock se aburguesa cuando se escucha sentado, y si sus Satánicas Majestades, octogenarios, no ofrecen conciertos sentados, igual podemos permanecer de pie hora y media más, porque no es solo permanecer de pie, es saltar, es conectar, es gritar al ritmo frenético al que nos llevaron los hermanos Tormo y compañía en su recital. Se sabe cuando un grupo empieza a ser grande, si el auditorio al completo es capaz de cantar y reconocer una decena de canciones de su repertorio, y creo que se dio.
A propósito de Los Zigarros, los vi el año pasado en el Puerto de la Cruz, y han subido un par de puntos en calidad, a lo que ayuda su magnífico último disco Acantilados, que presentan en esta gira, LP al que le debemos las pocas concesiones a la calma que tuvo el concierto, con la más pop “100.000 bolas de cristal”, a la que se sumaron varias más boogies con cierto aire blusero, con teclado incluido, mostrando la versatilidad y el buen hacer de Ovidi.
El resto fue adrenalina estoniana pura con un repaso a su repertorio más eléctrico, en clara deuda a los propios Stones, de los que fueron teloneros hace años, como a Fito y Fitipaldis a los que también telonearon, cuyo guitarra Carlos Raya ha sido productor en sus discos anteriores, y en algo se tiene que notar. Aunque si he de ser sincero, por momentos creí haber viajado en el tiempo hasta los primeros 80, y estar en el Pabellón del Real Madrid saltando al ritmo de Tequila. Y aclaro, no quiero con esto decir que no tengan Los Zigarros estilo propio, pero son reconocibles sus raíces, lo cual no le resta un ápice de calidad.
En resumen, un notable alto para el grupo valenciano en su paso por Tenerife, deseando que vuelvan pronto a preguntarnos… “¿Qué demonios hago yo aquí?”, a lo que sólo nos cabrá una respuesta: ¡es rock and roll amigos!, ¡es rock and roll!
Eloy Cuadra, escritor y activista social.
* Fotos gentileza de José Alexis Magdaleno Real.
