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España y esa maldita ideología que nos condena.

Y dice el diccionario, ideología: conjunto de ideas que caracterizan a una persona, escuela, colectividad, movimiento cultural, religioso, político, etc. Es decir, primero está la persona, el grupo, la colectividad, con una ideología concreta, rocosa, ya construida, cerrada, y enfrente está el mundo con sus realidades siempre cambiantes y sus mil problemáticas a cual más complicada. Así, frente al mundo y sus problemas, llegamos nosotros con nuestra ideología, sacamos el librito y buscamos la solución. ¿Qué bonito y qué sencillo parece, verdad? Pues no, no es sencillo, ni es bonito, en realidad es una m*****, y es justo lo que nos condena como sociedad desde hace mucho tiempo, la maldita ideología.
capitalismo
Y no es que tenga yo nada contra las ideologías, el asunto es que hace tiempo que todas menos una quedaron atrás. Desgraciadamente una ideología llamada capitalismo se impuso hace bastantes años -hoy uno en una versión un tanto salvaje-, y no solo se impuso como ideología, circunscrita al ámbito de lo político, lo hizo también como manera de ser, de pensar y de estar en el mundo de la mayoría, metido muy adentro en la cabeza de la gente, mucho más de lo que podamos imaginar. Parece pues absurdo plantear cualquier debate político en términos ideológicos dentro de un mundo en el que reina una única ideología, tan absurdo como pretender ganarle al Real Madrid en el Bernabéu con el campo lleno y el árbitro comprado. Entiéndanlo, si hablamos de política jugamos siempre el partido en casa del capitalismo (recuérdese a Lakoff y los marcos del lenguaje), y llevamos las de perder siempre los que creemos que el capitalismo nos lleva al desastre si planteamos el debate en términos ideológicos. Volviendo a la metáfora futbolera, hay que sacar el partido del Bernabéu y llevarlo a un campo un poco más neutral, hay que escapar de la ideología y plantear cualquier debate desde el marco de lo que es justo y de lo que no lo es, así, es posible que tengamos alguna mínima oportunidad de ganar el partido, aunque el rival siga siendo muy poderoso y los árbitros continúen estando comprados.
vivienda digna
Vayamos a la práctica por ejemplo, con el tema de la vivienda. Es más que evidente que en las últimas décadas en España se ha legislado por y para el enriquecimiento desmedido, favoreciendo siempre al sector privado, abandonando la gestión de la vivienda como un derecho básico, y así nos encontramos hoy con que en España reinan los fondos buitre como los grandes tenedores de vivienda, frente a los que nada parecen poder hacer las administraciones. En este contexto algunos partidos y colectivos plantean limitar el precio del alquiler en España, entre otras medidas igualadoras, algo que ya se hace en bastantes países de la Unión Europea, algo que se hace por ejemplo en Austria, un país que está gobernado por un partido de ideología similar a la de Vox. Curioso porque en ninguno de estos países se llama a ningún legislador bolchevique, bolivariano, chavista o comunista, y no lo hacen porque entienden que la vivienda es un derecho básico que debe estar fuera de cualquier debate ideológico. Básicamente porque entienden que si la gente no tiene vivienda no hay sociedad, no hay continuidad, no hay relevo generacional, no hay mercado porque la mayoría de la gente es pobre, en definitiva, no hay nada. En España en cambio es imposible llegar a un consenso justo sobre la vivienda porque el asunto se trata en términos ideológicos, arrastrando infinidad de prejuicios sobre unos y otras, y claro está, como vivimos en un mundo capitalista, la batalla siempre la perdemos si la planteamos desde ideologías ya superadas por el capitalismo. Tanto más de lo mismo con la sanidad, porque no es de recibo que en países mucho más prósperos que España el porcentaje de familias que contratan un seguro médico privado sea muchísimo menor que casi el 40% que tenemos aquí. ¿Qué no quiere decir este dato?, que más te vale invertir el poco dinero que tengas en un seguro médico privado, si no lo haces procura estar muy sano porque lo llevas mal si enfermas. Ocurre lo mismo con la educación, cada día más segregada, con la gente que puede estudiando en colegios privados o concertados y los pobres en la escuela pública masificada y muy poco dotada. No hablemos ya de la Universidad, algo casi privativo si no tienes dinero.
eneko fondos buitre
En resumen, vivienda, sanidad y educación son tres derechos básicos fundamentales recogidos además en nuestra Constitución, tres derechos que no se dan actualmente en España en unas condiciones mínimas de accesibilidad. Son tres derechos que requieren de consensos políticos que deben ser sacados del debate ideológico y llevados al terreno de lo justo y lo injusto, si queremos hacerlos efectivos. Hemos de entender que el país está roto, está partido, de un lado están los ricos, la mayoría concentrados en algunas capitales y comunidades autónomas ricas, y de otro lado está la mayoría pobre, cada vez más pobre y privada de derechos. Y hasta un tonto sabe que para que una democracia funcione mínimamente necesita de unos mínimos de igualdad social, unos mínimos que actualmente no se dan en España, y vamos camino de convertirnos en una pseudodictadura aristocrática de ricos y pobres. Y casi el mismo discurso nos valdría para cuestiones medioambientales o de fuentes de energía, hay que sacarlas de la ideología.
las dos españas
El mismo argumento vale también por el otro lado, esto es, en cuestiones que preocupan más a un sector de nuestra sociedad más conservador y que no tienen tanto que ver con derechos sociales básicos. El asunto de la unidad de España por ejemplo, estamos de acuerdo en que los países son constructos sociales susceptibles de cambiar a lo largo del tiempo, pero no es menos cierto que no parece muy razonable plantear la secesión de una parte de España cuando solo el 50% de esa parte está a favor de esa separación -¿qué pasa con la otra mitad que no quiere?-, y cuando además los que plantean esa separación son casualmente los ricos, en este caso los catalanes, cansados de compartir su riqueza con el resto de los españoles, en un curioso proceso de independencia muy alejado de lo que ha sido habitual a lo largo de la historia, cuando las luchas por la independencia la planteaban sectores oprimidos de la sociedad frente al opresor explotador y esclasvista que somete. Está cuestión, la de Cataluña, también se trata en España desde el terreno de la ideología, por desgracia, cuando debería llevarse al campo de lo que es justo y lo que no lo es, lo que es un abuso y lo que no lo es, y así andamos llamándonos fascistas, franquistas y ultraderechistas por cuestionar este tipo de movimientos independentistas, y tenemos otro asunto sin resolver, otro más.
vallecas vox
Así, embarcados en esa deriva de lucha ideológica interminable asistimos esta semana a unos altercados muy feos, con violencia, cargas, piedras, heridos y detenidos, porque un partido de ideología de extrema derecha pretendía dar un mitin en un barrio obrero de Madrid. Tal vez sea una provocación, igual podían haber empezado su campaña en la calle Serrano, pero más allá de lo oportuno o no que pueda resultar el acto están en su derecho de dar un mitin donde quieran sin que deba haber mayor problema por ello. Pero en España no se entiende este detalle porque aquí todo lo llevamos al terreno de la ideología, y desde la ideología todo se vuelve una afrenta, un insulto, una falta de respeto, un sacrilegio al que hay que responder con contundencia. Olvidan los grupos antifascistas que están jugando una vez más el partido fuera de casa, con el público en contra y el árbitro comprado, y han perdido antes de empezar. Estoy seguro que por este último párrafo voy a recibir más de una crítica, por suerte saben los que me conocen bien que pocos hay más alejados que yo del pensamiento y la acción de estos partidos de ultraderecha, pero estoy convencido que no se les puede combatir ni ganar con la violencia, con el desprecio, con la descalificación, con el fanatismo o con el odio que generan las ideologías -¿no hacemos así acaso lo mismo que ellos?-, la única vía factible es deslegitimarlos, desmontarlos, desnudar sus absurdos y contradicciones, hasta lograr que los que los apoyan se den cuenta de lo equivocados que estaban.

Eloy Cuadra, escritor y activista social.