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Sobre cómo un godo quiere una Canarias soberana (Parte I).

¿Será el acento?, ¿será la procedencia?, lo cierto es que todavía hoy después de 20 años en Canarias los hay que me recuerdan que nunca seré canario. Godo o no, el asunto es que tengo que seguir viviendo en el Archipiélago, de aquí son y aquí viven mis hijos y otra mucha gente que quiero, y además me gusta vivir aquí. Imagino que si viviera en Indonesia o en Mozambique seguro que también sería un “como quiera que llamen allí a los extranjeros”, y del mismo modo intentaría mejorar las cosas por allí.

Introducciones aparte una cosa está clara, para un godo, para un peninsular, para un canario o para un gomero: el Gobierno de Rajoy se mea, se ríe y se caga en Canarias y con la chaqueta de Paulino se limpia, y eso no está nada bien. RAJOY No está bien que queramos hacer una consulta democrática para ver si queremos tener pozos de petroleo en nuestras costas o no y que desde Madrid nos digan “¡no no, eso no se hace, eso no se dice!”. No está bien que se haya aprobado el desarrollo de una Iniciativa Legislativa Popular sobre Educación que intenta tratar de forma diferenciada una realidad educativa diferenciada como es la canaria, y desde Madrid nos digan “¡no no, aquí se come LOMCE para todos!” Como no está nada bien que en Canarias tengamos probablemente las mejores condiciones de sol, viento y mar para producir energías renovables que existen y otra vez desde Madrid nos digan “¡no no, eso no es posible!” Y si en Canarias queremos sacar una Ley que obligue a los que tienen casas vacías a que las pongan en uso para la gente que no tiene casa, ahí que salen desde Madrid para decirnos una vez que no es posible. Estos son sólo cuatro ejemplos sangrantes de un sinfín de decisiones que tomaron otros por nosotros, y lo que resulta al final es claramente perjudicial para la mayoría de los canarios. Se trata pues de una cuestión de soberanía, o mejor será decir, de una clara ausencia de la misma. En el estado actual de las cosas y mientras no cambien, en Canarias somos pues menores de edad a perpetuidad.

Más allá de romanticismos o ideologías, de nacionalismos o independentismos, la realidad es que aquí todo ha quedado siempre apañado por unos cuantos señores en Madrid con la complicidad y la connivencia de otros tantos caciques y señoritos ricos de aquí. pacto de la colonia Este es el jodido pacto que firmaron los señores pudientes hace ya muchos años, como el Pacto de Varsovia o los Pactos de la Moncloa, aquí fue el Pacto de la Colonia. Y bien, mientras las cosas han ido bien para la mayoría hemos podido pasar por alto el ignominioso pacto, pero las cosas ahora van del todo mal y siendo una comunidad rica en recursos -Afortunadas llamaron a las Islas en la Antigüedad-, no es aceptable que cada día más gente se vea privada de esos mínimos de dignidad y derechos, de ese hogar, de ese techo, de ese trabajo, esclavo o no, y de ese plato de comida, en cotas mayores a la mayoría de comunidades autónomas. En resumidas cuentas, la fórmula de los caciques y los señores no funciona, ha llegado la hora de hacer volar el pacto. En este punto yo sugiero que la forma mejor de hacerlo es luchar por alcanzar la soberanía de los canarios sobre lo que pasa y afecta a Canarias, soberanía, la máxima que sea posible y recomendable, soberanía, también sobre sí mismos.

Soberanía, aclaro, no es lo mismo que independencia. La soberanía, tal cómo yo la entiendo, es básicamente la voluntad que un pueblo tiene de autogobernarse por sí mismo, tomando sus propias decisiones sobre las cosas que le afectan. En esta tesitura, habrá quienes piensen que hoy en Canarias tenemos ya suficiente soberanía y autogobierno, pues tenemos Cabildos, tenemos un Gobierno de Canarias y un Parlamento, tenemos Ayuntamientos y tenemos otros tantos organismos insulares más que deciden sobre muchas cosas. Los hay que piensan que es necesaria una cota más alta de soberanía, que pasa por avanzar hacia una democracia participativa con mayor número de consultas populares, al estilo de Suiza, por ejemplo. Los hay que hablan claramente de federalismo, proponiendo ceder muchas más competencias y libertades a las Comunidades Autónomas. independencia Y los hay también que piensan que la única vía para alcanzar la soberanía es luchar por la independencia, la de Canarias o la de cualquier otro lugar.
Yo en mi caso, entiendo que sí se opta por el soberanismo se asume implícitamente que es negociable o tratable por el pueblo el derecho de autodeterminación. Lo que ocurre es que en mi caso, a diferencia de los que se proclaman independentistas, el independentismo no es un fin en sí mismo y el objetivo primero, es sólo una posibilidad en el horizonte, que llegado el caso se verá o no. Para que me entiendan bien, es básicamente una cuestión de prioridades, y en eso las mías son que el mayor número posible de personas en Canarias -y fuera de Canarias- puedan llevar una vida digna, con un trabajo no demasiado esclavo por el que nos paguen un precio justo, para con ello poder tener acceso a una vivienda mínimamente confortable, a la comida, a la salud, a la educación y a la cultura con algo de tiempo libre en el camino, y que entretanto, pudiéramos relacionarnos todos de manera no violenta y respetuosa con nuestro medio ambiente. Con este orden de prioridades, al final da igual si soy del Madrid o del Barcelona, si soy italiano, senegalés, canario, saharaui, argentino, andaluz, español o polaco, eso no importa tanto, o sólo importa si por esa vía se consiguen mis prioridades. Entonces, el independentismo es sólo un medio, una opción, una herramienta de lucha o un referente en el horizonte, no es un fin en si mismo, no es una cuestión de romanticismo ni está impreso en mí a la manera en la que lo está la ideología en las personas, son sólo prioridades.

Hechas todas estas aclaraciones y diferenciaciones semánticas, queda clara mi apuesta por la soberanía como autogobierno de los canarios sobre sí mismos y sobre las cosas que nos importan. lucha Ahora vendría la parte en la que bajo a la arena y busco esos canales de lucha social y política que en Canarias están por romper ese Pacto de la Colonia del que antes hablaba, proponiendo soluciones alternativas con visos de mejora, lo que pasa es que para ello habría de tomar tanto o más de lo que llevo escrito, y la cosa se me iría demasiado larga. Quedan aquí pues estacionadas mis reflexiones, pendientes de una próxima segunda parte.

Eloy Cuadra

Un comentario

  1. Difícil estar más de acuerdo con todo lo que se dice aquí. Llevo casi dos años viviendo en Tenerife y he podido comprender sobradamente toda esta situación. Aquí se habla de hechos, no de simples opiniones.