Es notorio y conocido lo mucho que gusta el sistema de enfrentar a unos actores sociales con otros, y escurrir así hábilmente su responsabilidad y la de los que nos gobiernan. Sucede con el fenómeno migratorio, enfrentando a poblaciones autóctonas con migrantes (la migración es el síntoma de un sistema que funciona mal y fomenta la desigualdad), para venir luego con los correspondientes mensajes, humanitarios o no, según interese ideológicamente, pero sin resolver el problema en origen, allá de donde vienen los migrantes. Pasa también con la falta de vivienda, criminalizando a los que no la tienen y ocupan una, enfrentándolos con los ciudadanos de a pie, haciéndoles creer que se van a meter en su casa en cuanto salgan a comprar el pan (la ocupación de vivienda es otro síntoma de un sistema que favorece la especulación y el lucro), dándole la vuelta al asunto y apuntando a la ocupación como el problema, en lugar de a una muy cobarde y nefasta gestión política. Y vuelve a pasar ahora otra vez, con la saturación del territorio, el impacto sobre nuestro medio ambiente y la superpoblación. De nuevo en este caso la culpa es de un sistema que funciona mal y no regula estos desequilibrios, ni legisla, ni frena, ni nada de nada. Obsérvese que cuando digo sistema estoy refiriéndome a los políticos y los gobiernos, los que mandan y hacen las leyes. ¿Alguien apunta a que la culpa es de ellos? ¿Por qué no politicofobia? Porque otra vez el sistema se encarga de enfrentar a unos ciudadanos con otros, y se inventa el asunto de la turismofobia.
Y no solo se lo inventa sino que le da bombo y se comenta en los grandes medios de comunicación, como algo muy preocupante y grave, haciendo creer al noble ciudadano que hay un movimiento emergente de energúmenos que odian o no quieren a los turistas. Utilizo la palabra “energúmenos” porque así lo calificaron hoy algunos contertulios de los que crean opinión en la radio que más se oye en Canarias, cuando comentaban lo sucedido en la manifestación del pasado 20 de mayo en Playa de las Américas contra la superpoblación y el modelo turístico, a propósito de un supuesto intercambio de insultos entre manifestantes y turistas. Por supuesto, para los contertulios los energúmenos no eran los turistas, eran los manifestantes. Y ya no necesitan más, basta con amplificar este incidente y repetir hasta la saciedad la palabra turismofobia (igual que llevan años repitiendo la palabra “okupas” con una carga negativa), para convencer a la mayoría de la población con que ese asunto de limitar el turismo, regular el alquiler vacacional, la ecotasa, la moratoria o cualquier otra medida necesaria, no son más que locuras de unos cuantos energúmenos que insultan y odian a los turistas.
Ya lo dije en un artículo anterior hace unas semanas y lo repito por si hay quienes quieren seguir por este camino, ningún turista es culpable ni responsable, si vienen a Canarias es porque pueden venir, porque las leyes se lo permiten. Los colectivos organizadores de la manifestación debían haber tenido en cuenta este asunto, era fácil que alguna chispa saltara, como así ha sido. Entiendo que pudiera tener algún efecto mediático hacer una manifestación en una zona turística, por lo inusual del caso, pero ya lo ven, nuestros políticos encantados, se lo han puesto a huevo, ahora vamos a tener una temporada larga de turismofobia por aquí por allá. El culpable, el responsable, al que hay que ir a señalar, al que hay que ir a gritar, siempre es el político, también y especialmente los políticos que fingen ser y estar a favor del pueblo y son iguales o peores que los de la casta de toda la vida. Con este último comentario me estoy refiriendo, para que se me entienda bien, a los señores y señoras de la coalición Unidas Sí Podemos, que ahora en campaña se suben al carro de la ecotasa, la moratoria y otras tantas medidas en defensa del derecho a la vivienda y la protección del territorio, pero se han pasado toda la legislatura en sus poltronas, sin atender ni una sola de las reivindicaciones de los colectivos, entre ellos la Acampada Reivindicativa Lolo Dorta, reunidos repetidas veces con Noemí Santana, también con el Diputado Manolo Marrero, que casualmente sí estaba el pasado sábado en la manifestación, con toda su cara, como si no hubiera estado su partido cuatro años en el gobierno. Al menos Alberto Rodriguez fue un poco más listo y no fue, porque el argumento habría sido el mismo: cuatro años en Madrid ocupado en sus guerras personales sin aparecer ni un día por ninguna lucha canaria. En resumen, cuidado con equivocar los enemigos, y también los aliados. Entiendo no obstante que los colectivos sociales necesitan buscar políticos “amigos” entre la clase política (pongo amigos entre comillas porque político y amigo es casi un oxímoron), pero bien harían en no confundirse, pues éstos con los que van, tan suavitos y políticamente correctos, que sólo son rebeldes y combativos en campaña, ni hicieron nada antes ni creo que vayan a hacer nada ahora, nada que no venga dado por la propia inercia de los acontecimientos políticos y sociales. Eso sí, al final se apuntarán al carro y dirán que fue gracias a ellos. En fin, lo dicho, elecciones, la farsa superlativa.
Eloy Cuadra, escritor y activista social.