Desde el más absoluto pacifismo, sin ánimo de mover a nadie a ningún tipo de insurrección violenta contra el poder, considero urgentísimo tomar ejemplo de la guerrilla de los revolucionarios de otros tiempos para hacer frente a las embestidas regresivas que estamos sufriendo los ciudadanos a este lado del mundo, con especial énfasis en Canarias, donde los indicadores sociales son más que alarmantes y pocas soluciones se vislumbran.
Dícese de la guerrilla: táctica militar utilizada en conflictos armados por la facción más débil, la que, asumiendo su debilidad, concentra sus acciones y sus fuerzas en ataques concentrados, rápidos y sorpresivos para luego diluirse entre la población civil. Se trata simplemente de llevar este ejemplo de lucha al plano de lo social y enfrentar con esta filosofía lo que está sucediendo hoy, asumiendo que aún siendo mayoría los sufrientes, los ciudadanos críticos seguimos siendo bastante pocos y muy dispersos.
Visto así parece de sentido común, pero la realidad es que no lo estamos llevando a la práctica, muy al contrario, cada colectivo social lleva adelante su lucha particular en solitario casi siempre con tan poco apoyo que pocas veces logran algo significativo, y para cuando intentan unirse colectivos y ciudadanos críticos, como sucede ahora, en lugar de centrarse en batallas concretas –llamémosle “guerrillas”- en las que contemos con alguna posibilidad de victoria, planteamos reivindicaciones del todo imposibles dado el actual estado de cosas, con enmiendas a la totalidad del sistema a modo de manifestaciones y huelgas generales que piden la derogación de la reforma laboral y otras cuestiones de absoluta importancia, pretendiendo ganar la guerra en una batalla, a campo abierto, olvidando por completo cual es la realidad social y cuales son nuestras fuerzas reales. Lamentablemente, así no vamos a ninguna parte.
No es tiempo de manifiestos ni de proclamas felices, no son más que brindis al sol. De nada sirve poner en un papel que queremos esto, aquello y lo de más allá cuando sabemos que es imposible que nos lo concedan por muy bonito y justo que nos parezca. Y tres cuartos de lo mismo sucede con las manifestaciones ciudadanas, que no serán más que una forma distinta de folklore si no son capaces de llevar a la calle de manera permanente durante un mes como mínimo al 30% de la población de cada ciudad, algo que sabemos que no es posible hoy. Y el problema no son tanto las manifestaciones en sí, siempre es mejor salir a la calle con una pancarta a reivindicar algo que quedarte resignado en casa, la cuestión está en el contenido, en la forma y en el fin puesto en esas manifestaciones. Olvidamos que hoy la gente está mayoritariamente asustada, anestesiada o empleada en sobrevivir, y así es complicado pensar en manifestaciones o huelgas generales que lleven a tantos a la calle como para llegar a afectar al sistema. Tampoco ayuda a la causa la repetición continua de la fórmula, cada semana una manifestación por algo y nada se consigue. Peor aún si se plantea una reivindicación que todos sabemos que no nos concederán, por no hablar de la mezcla de precariedad y necesidad que harán que muchos se piensen lo de secundar la huelga cuando pueden quedarse sin trabajo al día siguiente. En otras palabras: la población no está ni suficientemente despierta ni suficientemente fastidiada, y los insurrectos no tenemos capacidad ni fuerza para hacerlos cambiar, de momento, salvo que cambiemos de táctica y optemos por la guerra de guerrillas.
Y la guerra de guerrillas no es otra cosa que concentrar las acciones de todos los colectivos y ciudadanos críticos en torno a una cuestión concreta, contra una injusticia concreta al mismo tiempo y en el mismo lugar, usando todas las vías de ataque a nuestro alcance (manifestaciones, denuncias, escritos masivos, iniciativas, acciones impactantes, etc.) de forma que tengamos al menos alguna posibilidad de victoria.
Todo lo que no sea un planteamiento como este es vivir en una utopía, tenemos que hacernos conscientes de la debilidad de los movimientos críticos al sistema, hay que empezar con pequeñas victorias en cuestiones concretas que ayuden a que los anestesiados despierten, a que los amedrentados pierdan el miedo y a que los resignados vuelvan a ilusionarse, buscar empresas mayores es toparse contra un muro infranqueable.
Y no será por falta de objetivos a los que atacar, a poco que miremos encontraremos motivos miles para denunciar corrupciones concretas, abusos concretos, injusticias concretas, absurdos concretos y malas gestiones también concretas con los que ir desnudando paso a paso, tema por tema, cuestión por cuestión las vergüenzas de los que nos quieren imponer la ley del embudo sin tiempo siquiera para la disidencia. Y puestos a buscar también hay pequeñas victorias a las que agarrarnos, cuando se frena un desahucio, se para un Plan General de Ordenación, se obliga a un Ayuntamiento a preocuparse por las personas sin hogar o se fuerza a un gobierno a modificar la costosa gestión del teléfono 012.
La verdadera dificultad estriba en hacer ver a los que no quieren ver que esta y no otra es la vía que hay que seguir, la del “todos para uno y uno para todos”, más allá de ideologías, de clases y jerarquías. Es sencillo: se trata sólo de justicia.
Hola,
quiero expresar que coincido plenamente con lo que dices. Sólo la verdadera unión hace la verdadera fuerza en el plano de lo social. La dispersión (de energía, de personas,…) hace que fracase el empeño de cambiar la situación. De hecho, es el verdadero punto débil del a menudo llamado “pueblo”.
Debajo de la alfombra de la separatividad hay basura: los colectivos y personas se ven unos a otros como enemigos en algunos casos, como posibles competidores acaparadores de la atención. Mientras el ego de las personas se siga transfiriendo a los colectivos nada cambiará. Así que habría que buscar gente alerta de este hecho, gente que no actúe en base a su ego, que huya de las etiquetas y las cadenas de la individualidad, las que atan a nuestra sociedad al hoyo de lo inamovible.
Alguien dijo una vez: si quieres resultados distintos, no hagas siempre lo mismo… Innovar. Pensar por nosotros mismos, abstraernos por momentos de nuestra cansina y repetitiva voz. Darnos cuenta de que aunque seamos la persona más “revolucionaria” tal vez no seamos como necesitamos ser para cambiar las cosas. Tirar las etiquetas a la basura para poder unirnos de forma real con otras personas. Cuando cada persona que apoye una guerrila pacífica sepa hacer cosas como ésta los muros que levantamos entre nosotros (y que aparecen en forma de falta de visión y compromiso en reuniones) desapareceran.
Sólo una última cosa importante. Para muchos será imprescindible una forma de organizarse, o bien jerárquica o bien asamblearia, y eso creará diferencias. Así que también hace falta una manera de trabajar en equipo donde cada integrante haga algo en virtud de sus habilidades e incinaciones y donde exista una manera consensuada de tomar decisiones.
Ausencia de ego+organización=unión efectiva=poder de acción
Un saludo
Desgraciadamente no es la falta de solidez del autor de semejantes argumentos tan simplones lo que me preocupa al leer estas incongruencias. Lo que me jode, es que un espacio como este para el debate se convierte en una retahila de aplausos y agradecimientos.
En primer lugar, con respecto a este post, no se a quien le queda claro la propuesta de guerrilla, pacifica, siempre, como sabe salvarse el autor. Yo no encuentro un pegamento adecuado para encolar semejante deslinde. Con respecto a los logros de los movimientos y aludiendo a la reforma laboral que nos cae encima, Eloy se pronuncia. Que pestazo a reformismo!!!!. Y que manera de contradecir argumentos propios!!!. Y yo, que me tome la molestia de saber quien era semejante escritor no entiendo como es que alguien que hace “filosofia” se resbala de estas maneras. Me quedo perplejo.
Les dejo aqui una pintura simbolica de lo que es folcklore, como el autor de esta pagina casi sátira lo muestra. Vamos, que se te devuelve con moneda.
Flocklore es un individuo que va 5 años a la universidad y luego escribe en su página un “decalogo del antisistema perfecto” donde dice:
Confia en el ser humano pero encuentra el engaño. O, se para el otro. Retorica cristiana para ir contra el sistema. Todo esto en medio de aplausos.
Aún así, voy a escuchar a Eloy y voy a recomendarles a los lectores que piensen mal, que busquen el engaño en semejante diarrea ideológica.
NO NOS DEJEMOS CONFUNDIR!! Y eso por hoy es suficiente.
Dos críticas de momento, una favorable y otra totalmente contraria, como es posible que un mismo texto encuentre interpretaciones tan opuestas. Quizá por eso el mundo está como está, desde que inventamos el lenguaje no hemos dejado de pelearnos.
Yo me quedo con lo que pública Eloy, lo que escribe el mendrugo del segundo comentario no tiene ni pies ni cabeza. Con cebolletas como este es normal que España esté como esté, vamos, para vomitar en su cartera, y con esto es suficiente por hoy.
Bueno Roberto, no voy a entrar a descalificarte en lo personal. Tu si lo has hecho. No importa. Soy todo lo que digas y mucho peor.
Ahora, en cuanto a lo que dices. Echarle la culpa de la situación ESPAÑOLA a uno como yo, es signo de la falta de autocrítica y del éxito que ha tenido los mecanismos de control llevando la miseria a las cabezas de las personas.
Te explico donde estarían los pies y las cabezas que no fuiste capaz de ver.
Los pies, haciendo un símil, serían algo así como los pasos que se dan, en una dirección, la que sea, la que cada quien elija. A medida que doy pasos me salen embarres como este. Y hay que saber decir las cosas claras cuando a uno así le nace, o le surgen criticas. No son los aplausos mi mejor característica. Ojo, no les pido disculpas por ello.
La cabeza de mi critica, pues sería algo así como que tengo ideas en la cabeza, una, dos, quizás tres. Y para mis ideas he reflexionado y juntado argumentos de porqué las veo justas, aplicables hoy y absolutamente necesarias. No estoy dispuesto a rebajarles el tono y mucho menos si lo que se ofrece tiene unos argumentos tan débiles y contrarios como los que esta pagina ofrece.
Tampoco estoy dispuesto a seguir virtualizando el debate, así que si quieres, me escribes un correo personal y quedamos nosotros para seguir el debate, en persona.
Así me puedes ¿vomitar en la cartera? o en mi riñonera. Total, vacia como la llevo, y pa’ lo que llevo. De aquí deduzco que tu cartera te importa.
Igual durante el debate te quedas sin ella
“Sé el cambio que quieres fuera”, porque nosotrxs somxs el mundo. La idea de separación entre “yo” y el “otro” es mental, no es real. El verdadero problema es que no queremos vernxs a nosotrxs mismxs, nos da pánico.
Imaginaros ,por un momento, que hay un cambio despues de esforzadas y sufrientes luchas, y que ¡por fin! se forma una democracia real ¿cuanto tiempo duraría sin que se instalase en el mundo, una vez más, el poder, la explotación de unxs sobre otrxs? Así ha sido siempre porque el tema central, conocernos a nosotrxs mismxs, sigue sin afrontarse con SERIEDAD. salvo este puntualización el árticulo me gusta.