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Absurdos del Mercado Libre

¡Consumid o perecemos! (El Roto), grita un gran filósofo en un diario español. Lo dicen los expertos, la rueda del mercado no debe pararse y se nos pide que confiemos y consumamos. Consumir pero… ¿para qué? O mejor, ¿para ir a dónde? La lógica de lo ilógico, el disparate de la razón, el absurdo del consumo por el consumo mismo. No sabemos para qué consumimos pero consumimos, y lo peor de todo es que nunca acabamos de tener suficiente, siempre necesitamos más, nos obligamos a trabajar más, para ganar más y consumir más, y así entramos en la absurda rueda del consumo, el trabajo y la acumulación sin límite hasta el fin de nuestros días. ¿No resulta del todo absurda esta conducta? Absurdo, ridículo, grotesco y hasta cómico, si lo tomamos a la luz de una fábula que no hace mucho contaba Carlos Taibo en una entrevista al escritor y economista José Luis San Pedro, a propósito del crecimiento y el decrecimiento. Es la versión mejicana de un cuento de John Dos Passos, Rocinante vuelve al camino, ambientada en un pueblo de la costa mexicana donde un paisano medio adormecido tomando el sol junto al mar recibe la visita de un turista norteamericano que se le acerca para conversar.

El turista le pregunta:

—”Y usted, ¿a qué se dedica? ¿En qué trabaja?”.

El mexicano responde:

—” Soy pescador”.

—”¡Vaya, pues debe ser un trabajo muy duro! Trabajará usted muchas horas”.

—”Sí, muchas horas”, replica el mexicano.

—”¿Cuántas horas trabaja usted al día?”.

—”Bueno, trabajo tres o cuatro horitas”.

—”Pues no me parece que sean muchas. ¿Y qué hace usted el resto del tiempo?”.

—”Vaya. Me levanto tarde. Trabajo tres o cuatro horitas, juego un rato con mis hijos, duermo la siesta con mi mujer y luego, al atardecer, salgo con los amigos a tomar unas cervezas y a tocar la guitarra”.

El turista norteamericano reacciona inmediatamente de forma airada y responde:

—”Pero hombre, ¿cómo es usted así?”.

—”¿Qué quiere decir?”.

—”¿Por qué no trabaja usted más horas?”.

—”¿Y para qué?”, responde el mexicano.

—”Porque así al cabo de un par de años podría comprar un barco más grande”.

—”¿Y para qué?”.

—”Porque un tiempo después podría montar una factoría en este pueblo”.

—”¿Y para qué?”.

—”Porque luego podría abrir una oficina en el distrito federal”.

—”¿Y para qué?”.

—”Porque más adelante montaría delegaciones en Estados Unidos y en Europa”.

—”¿Y para qué?”.

—”Porque las acciones de su empresa cotizarían en bolsa y usted se haría inmensamente rico”.

—”¿Y para qué?”.

—”Pues para poder jubilarse tranquilamente, venir aquí, levantarse tarde, jugar un rato con sus nietos, dormir la siesta con su mujer y salir al atardecer a tomarse unas cervezas y a tocar la guitarra con los amigos”.



¿No me negaréis que la historia tiene su gracia? Pero hay otras cosas que no tienen tanta gracia, como la máxima capitalista de “socializar las pérdidas y privatizar las ganancias” que reparte los beneficios de un banco entre sus accionistas cuando gana y obliga al Estado a cubrir sus deudas con el dinero de todos cuando pierde, como de hecho está ocurriendo en la actual crisis.

Y qué decir de las falacias de la libre competencia o la igualdad de oportunidades que argumentan los defensores del liberalismo. ¿Alguien se cree hoy que es posible que exista la libre competencia y la igualdad de oportunidades en un mundo partido en dos entre unos ricos muy ricos y otros pobres muy pobres, donde estos últimos ni tan siquiera sueñan con poder competir algún día? Es imposible cuando las reglas no son las mismas para todos y no todos parten desde la misma posición de salida. Es absurdo, y además muy injusto.

Como absurdo e injusto es seguir confiando en la ley de la oferta y la demanda por la que dicen se debe regir el mercado. Según esta ley existe una mano invisible que todo lo regula y se las apaña para mantener el precio de los productos sin excesivos vaivenes, fomentando que los bienes de consumo se mantengan siempre más o menos escasos. A razón de esta ley, simplemente, no puede haber nunca sobreoferta de algo, esto es, no podemos tener todos de todo lo mínimamente necesario –aunque eso sería lo lógico-. Según esta ley hay que competir por lo que hay procurando que no haya para todos porque así, según dicen, se mantienen los precios, se mejora la calidad y se avanza en competitividad. Pero resulta que esta supuesta ley fue pensada en tiempos en los que el hombre no había aún resuelto muchos de los problemas a los que se enfrentaba, tiempos en los que sí había una escasez real y no había por tanto que imponer interesadamente la ley de la oferta y la demanda pues ésta ya la imponía la propia realidad. Pero la historia ha cambiado mucho el mundo dispone hoy de tecnología, recursos y capacidad suficiente para abastecer de lo mínimamente imprescindible para una vida digna a los habitantes de tres planetas Tierra, y si eso no ocurre es sólo porque no lo quieren así las leyes del mercado. Sigue habiendo escasez sí pero ya no es natural, es provocada por los guardianes del sistema y de un Mercado que funciona contra los intereses de la Humanidad. ¿No es rematadamente absurdo?

Y así podríamos seguir esbozando absurdos e incoherencias de nuestra sociedad moderna pero vale por ahora. De eso se trata en esta sección de deconstrucción del sistema, habrá más oportunidades en el futuro.

3 Comentarios

  1. Muy interesante conversación que todo el mundo debería conocer. Quizás sobra la parte de las acciones y ajustarla más a una realidad cercana, pero aún así es muy instructiva.

    • Gracias por el comentario, estamos empezando, apenas tres días abierta la web, poco a poco irá llenándose de más contenido, siempre abierta a las sugerencias de todos.

  2. Es imposible cuando las reglas no son las mismas para todos y no todos parten desde la misma posición de salida…
    es que la salida se dio hace cientos de años y occidente con mucho trabajo tomo la cabeza que ahora logicamente no regala, otra cosa es las normas para jugar que no se respetan pero a nivel mundial no le pidamos a occidente lo que no da oriente o norte y sur que no es lo mismo el mexicano con la chalana que el canadiense saliendo en pleno invierno y mira tu las rentas per capita y luego ese mexicano pide que operemos a su hijo que el no paga seguro sanitario que no tenia tiempo con la GUITARRA