Cansado de encontrarme con el falso mantra que afirma que nuestras administraciones ayudan más a las personas migrantes africanas y de otros lugares empobrecidos, incluidas las “paguitas”, que a las personas sin hogar y demás precarias residentes nacionales, y triste por escucharlo muy a menudo en boca de personas tanto o más precarias que los inmigrantes, creo que es hora de dedicar una mañana a desmontar esta mentira racista y aporofóbica que tanto daño está haciendo a la convivencia y a la verdad en este país, y tanto populismo reaccionario fabrica. Porque la realidad es que los inmigrantes, especialmente los africanos, y en general cualquier persona que resida en España sin permiso legal para permanecer aquí, no tiene acceso a las ayudas sociales que conceden nuestras Administraciones Públicas por la vía de los ayuntamientos (por orden del artículo 14 de la Ley de Extranjería), sólo tienen acceso a una ayuda humanitaria por la vía de las ONGs y a una sanidad mínima básica, debiendo, por tanto, buscarse la vida trabajando en la economía sumergida o malviviendo en el lumpen social, porque sin residencia legal no hay ayudas, aunque estén empadronados en un municipio español. Esto es así ahora y así lleva siendo desde siempre por Ley, y lo hemos visto de manera muy clara en el caso de las 210 personas desalojadas del edificio supuestamente en ruinas en Arona (Tenerife) la semana pasada, allí, la propia concejala de Asuntos Sociales ha venido manifestando que solo pueden recibir ayuda de vivienda las personas que residan legalmente en Canarias y estén convenientemente empadronadas. Y si hablamos de inmigrantes en general, con residencia legal o no, hay unos cuantos estudios serios con muchos datos que corroboran que el famoso mantra racista es falso. Uno de estos estudios, del año 2023, avalado por la Universidad Politécnica de Cartagena, en Murcia, perfectamente extrapolable a todo el Estado, se publica en prensa con el siguiente titular: “Los inmigrantes aportan al Estado un 70% más de lo que perciben y un 30% más que los nacidos en España”. El estudio concluye que “Por cada euro recibido en prestaciones, los nacidos en el extranjero ingresan 1,72 euros al erario público, cifra que supera en un 30% a los 1,32 euros que aportan los nacidos en España residentes”. Entre otras cuestiones, se dice en el estudio que entre la población inmigrante hay muy poca población infantil o adultos mayores de 64 años, lo que deriva en menos gente dependiente o necesitada de ayudas, con indicadores de fecundidad más elevados y un mayor porcentaje de población en edad de trabajar, que contribuyen a suplir las faltas de la población local más envejecida. Por este mismo detalle, población mayoritariamente jóven y sana, los inmigrantes también usan menos de los servicios sanitarios en comparación con los españoles. Y con esto creo que hemos aportado argumentos suficientes para desterrar el famoso dogma racista, así que por favor, apúntenlo bien, compartan este artículo, háganselo llegar y leer, o explíquenselo, en especial a tantas de esas personas que asumen este discurso racista y xenófobo, mentiroso y dañino, como verdadero.
¿Qué es lo que está ocurriendo entonces para que sea esta la percepción dominante? En parte ya lo he apuntado: el nacionalismo y el patrioterismo reaccionarios dan muchos votos, la gente necesita chivos expiatorios a los que culpar de lo que sucede, y el miedo, y el odio al diferente, son pasiones que impiden pensar con claridad, desde ellas es más fácil manipular a las personas. Si queremos hablar de inmigrantes pobres con algo de veracidad, y de los migrantes africanos en especial, los que más parecen molestar, hay que decir que casualmente son minoría en porcentaje de migraciones en España, también en Canarias, pero siendo menos se los encierra en CIEs -quizá porque son de color más oscuro- en condiciones de semilibertad, con fondos estatales y europeos, con pocos derechos y previsión de devolverlos a África, cosa que no hacen con otros migrantes irregulares de piel más clara, y eso tiene un nombre, es racismo. Los menores van por otra vía, sólo faltaría, se los atiende, también con fondos estatales y europeos, de modo que no nos cuesta nada a los canarios, y además dan trabajo, con 73 centros tutelados para menores donde trabajan canarios, y hoy tenemos 5.500 menores a los que algunos llaman MENAs, peyorativamente, en un Archipiélago con 2,2 millones de habitantes y 16 millones de turistas. No debería ser un problema capital por tanto, pero este Gobierno de Canarias se empeña en ponerlos como el problema más grave, quizá para esconder sus miserias como gobierno, solo es marketing institucional.
La realidad es que todos los gobiernos, los autonómicos, como los estatales o los europeos, juegan a manipularnos y manejarnos según interesa desde la propaganda oficial y el marketing institucional para parecer decentes. Con cuestiones como las migraciones y los derechos humanos por ejemplo, Europa debe parecer decente, y como no lo ha sido en absoluto en su trato con el continente africano, donde hemos aplicado durante más de un siglo políticas coloniales, extractivas, esclavizantes y depredadoras, y consecuencia de ello hoy tantos arriesgan sus vidas en barcas de madera huyendo de sus tierras empobrecidas, se ven en la Unión Europea obligados a habilitar al menos recursos de asistencia en frontera y mandar millones de euros de vuelta a África por colaboraciones necesarias, pero en realidad están encantados con territorios-frontera como Canarias, alejados de las metrópolis, llenos de cárceles donde encierran a personas que no han cometido ningún delito. En definitiva, es el sistema el que promociona, publicita y legisla a favor en asuntos que no considera que interfieran en su plan de control y mercantilización de todo, para intentar de paso parecer decente, porque no lo olvidemos, aún se presentan como democracias al servicio del pueblo, aunque ya vemos que de eso poco les queda. También deben parecer decentes en asuntos como el cambio climático, y se sacan una ley de restauración de la naturaleza y leyes de bienestar animal, que en teoría parecen sensatas pero perjudican mayoritariamente a los países agricultores y ganaderos más pobres de Europa, entre ellos España, y al mismo tiempo se favorece la entrada masiva de productos agrícolas y ganaderos de terceros países que no cumplen con esa supuesta restauración de la naturaleza o respeto animal, y tampoco dicen absolutamente nada de lo que contamina la energía nuclear, el gas o la industria de los coches de combustión, porque en este caso se trataría de molestar a países poderosos como Francia o Alemania, y al final lo que hay es puro greenwashing, quedar bien, dar imagen de que se hace algo contra el cambio climático, cuando en realidad no es así. Tres cuartos de lo mismo sucede con la violencia de género y la lucha por la igualdad entre hombres y mujeres, mucha legislación y medidas compensatorias, que están muy bien por cierto y son muy necesarias, pero poco o nada se hace por promover cambios educativos o una cultura de la no violencia desde la base de nuestras sociedades, y así tenemos a mujeres que han llegado al poder, Ángela Merkel hace unos años, como hoy Lagarde, Von der Leyen, Meloni o la ministra Margarita Robles, que no hacen más que reproducir las políticas violentas y depredadoras a las que han acostumbrado históricamente los hombres, y nada se sabe de esa política de los cuidados, de cuidarnos unos a otros, sin violencia, mayoritariamente femenina.
Por el contrario vemos que el sistema nada hace ni legisla en favor de otras cuestiones y derechos básicos tanto o más importantes. Nada hace en favor del derecho a la vivienda por ejemplo, nada en favor del derecho a una alimentación digna, nada por el derecho a una sanidad o una educación públicas de calidad, y nada por buscar la paz y el diálogo en tantos conflictos internacionales, y no lo hace porque legislar o hacer algo positivo en estos ámbitos iría directamente contra sus negocios y contra el sistema mismo, tal cómo funciona hoy este capitalismo salvaje enfocado en empobrecer, en asustar, en controlar y en depredar. En asuntos como la III Guerra Mundial que nos anuncian, EEUU es quien manda, todavía, a este lado del mundo, y EEUU necesita de la guerra, así que no hay más que hablar, y así se empeñan en presentarnos como inevitable una guerra contra Rusia porque Putin es casi el demonio, como si no existieran vías posibles para buscar una paz, aunque ésta no sea la mejor de todas. En genocidios como el de Palestina y otros tantos más de lo mismo, Europa y casi todo el Primer Mundo se ponen de perfil por intereses creados, y genocidio y terrorismo se colocan en igualdad. La vivienda, la alimentación, la sanidad o la educación por contra, son derechos básicos que ya están privatizados y mayoritariamente financiarizados, esto es, controlados por grandes empresas y corporaciones en busca del máximo beneficio con el mínimo coste, en países como España más que en otros por cierto. Y como son las corporaciones las que mandan en la economía a este lado del mundo, poco o nada se puede hacer tampoco aquí, y la maquinaria de marketing institucional del sistema funciona por supuesto, pero en sentido contrario, para manipular y hacer creer a la población que los pobres son peligrosos (véase a los ocupas) o vagos (“el que no trabaja es porque no quiere”, “si quieres algo gánatelo”), y se promociona la comida basura, o que es fantástico vivir en micropisos, compartiendo habitaciones o criando perros en lugar de niños. En conclusión, vivimos en un mundo cada vez más loco, desigual y deshumanizado, y con tanta información circulante no es fácil saber dónde está la verdad, y así, a menudo acabamos odiando al oprimido y amando al opresor. No obstante, espero que este artículo os haya aclarado algunas cosas, y si quieren, los canarios, achacar a los inmigrantes alguna culpa de lo mucho malo que pasa en Canarias, apunten, en todo caso, hacia los inmigrantes de piel clara, con alto poder adquisitivo, no contra otros pobres.
Eloy Cuadra, escritor y activista social.
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