A principios del año 2020 Lolo Dorta y yo, y otros activistas por la vivienda, ya andábamos denunciando, con escritos incluidos en nuestras administraciones, el efecto perverso que el alquiler vacacional estaba causando en el derecho a la vivienda en Canarias. Nadie nos hizo caso entonces, fue justo al contrario, incluso, hubo alguna consejera de Podemos que lo defendió, argumentando que era economía colaborativa y estaba muy bien. Hoy, cuatro años después, sufrimos las consecuencias de esa dejadez y ese fomentar que todos quisiéramos ser agentes turísticos. El vacacional es hoy un lobby con mucha fuerza en Canarias, en el que mucha gente tiene su dinero y sus intereses, incluidos muchos políticos, igual ya llegamos demasiado tarde, el daño ya está hecho y el modelo totalmente asentado. Da igual que seamos la CCAA donde más impacto causa el alquiler vacacional, con el porcentaje más alto, donde cuatro de cada 100 viviendas de las que existen en el Archipiélago se dedican a esta actividad, muchas, muchísimas, sin darse de alta, de manera ilegal, sin pagar impuestos, sin reunir unas mínimas condiciones, sin seguro en caso de accidentes y otras garantías.
Soy pesimista con este asunto, no lo oculto, soy pesimista porque veo cuál es la política de vivienda de este nuevo Gobierno de Canarias, apostando totalmente por la implantación de las SOCIMIs, unos fondos buitres camuflados reconvertidos a inmobiliarias, de lo que pronto publicaremos un informe muy contundente. Y bueno, con estos precedentes poco se puede esperar de la norma que prepara el gobierno para regular el alquiler vacacional, poco cuando además el otro día leía a uno de los responsables de la redacción de esta norma, un alto cargo de la Consejería, afirmar que las viviendas vacacionales que ya hay no se tocarán. Si esa va a ser la Ley, el listón va a quedar muy bajo, y de nada va a servir, más que para maquillar. Soy pesimista, y lo soy doblemente, por una razón más importante que la anterior, y es que el pueblo canario, el canario de a pie, no sé dónde anda, pero ni está por esta lucha, ni creo que se esté enterando, por no hablar de los colectivos sociales y los partidos alternativos, muy pocos, muy divididos, como siempre. Está mal que lo diga porque no suele ser habitual, pero los únicos que están respondiendo son los medios de comunicación, que llevan tiempo visibilizando el problema. Un problema que va más allá de que haya más o menos viviendas para la gente de aquí. Eso ya llevamos tiempo denunciándolo, y la mayoría ya más o menos lo saben: no hay vivienda para el 36% de la población que vive en riesgo de pobreza o directamente en ella, no hay vivienda incluso para policías, médicos, profesores y demás funcionarios que vienen de la Península a trabajar aquí, tampoco hay para los trabajadores en las zonas turísticas. Y es que aun siendo notorio el problema, lo peor de todo es que va camino de llevarse también el alma entera de un pueblo, el canario. Para comprobarlo no hay más que darse una vuelta por las medianías, por cualquier pueblo donde nunca hubo un hotel, ni un resort, ni nada que tuviera que ver con el turismo. El otro día estuve en San Juan de la Rambla, no había nadie con pinta de canario, salvo los camareros, todo lo demás eran turistas peninsulares o extranjeros.
No hablemos ya de Fuerteventura, a veces he pasado allí semanas y no he visto más que a italianos, gallegos y marroquíes, y turistas por supuesto. Ahí está el verdadero efecto del vacacional en el Archipiélago, cuando antes los turistas solo podían venir a hoteles y a apartamentos en zonas turísticas, y se concentraban allí, en los sures, o en el Puerto de la Cruz, o en otros puntos localizados de nuestra geografía, hoy Canarias entera es un resort turístico. En lo positivo, relativamente, los precios más bajos de un alquiler vacacional frente a un hotel están permitiendo que muchos turistas con bajo poder adquisitivo puedan venir a Canarias, aunque, ya vemos, la gallina de los huevos de oro del turismo poco repercute en los canarios. En el lado negativo, la gentrificación galopante. Para los que no sepan de qué va esta palabra, es la expulsión de los lugareños habitantes de un pueblo de toda la vida, por otros con mayor poder adquisitivo. A este fenómeno, todo hay que decirlo, no solo contribuye el vacacional, también empujan y mucho las ventas de viviendas mayoritarias a extranjeros con alto poder adquisitivo, por obra y gracia de nuestra querida clase política corrupta e inoperante, que nada quiere saber de limitar la venta a extranjeros (dicen que eso es de comunistas, pero Canadá, y Finlandia, entre otros, lo tienen).
Pero lo que está detrás de este fenómeno de gentrificación, no es solo que el canario ya no pueda vivir en su tierra y esté siendo expulsado, es que nos estamos quedando sin alma. Así son los lugares turísticos masificados, no tienen alma propia. El otro día, en otro artículo, ponía el ejemplo de Las Vegas, la única fiesta o tradición que hay allí es el culto al dinero y la juerga; en Canarias vamos camino de algo parecido.
Algunas personas con las que comento esto, aún más pesimistas o quizá más realistas que yo, me dicen que es la globalización, así es el capitalismo, la oferta y la demanda, avanzamos hacia sociedades multiculturales donde todo es mezcla, y es posible que lleven razón, aunque discrepo un poco, porque a diferencia de lo que ocurre en Canarias, los alemanes, los italianos, los ingleses, los holandeses, los belgas, los nórdicos, vendrán aquí a pasar sus vacaciones, a tomar el sol una semana o un mes al año, a emborracharse, a hacerse selfies en parques naturales, a mear, a cagar, a sobrecargar, a superpoblar, a destrozar, pero su cultura, allá en su país, ellos tienen herramientas para que siga existiendo tal cual fue siempre, y no será arrasada, sepultada o arrancada, como la de los sufridos pobladores canarios, condenados a malvivir en chabolas, cuevas y tiendas de campaña, a una penosa diáspora, o a la extinción.
De nuevo siento que me repito, que este artículo ya lo he escrito otras veces con otro enfoque, aunque diciendo más o menos lo mismo. Espero me disculpen por la reiteración, estará bien empleado si sirve para que al menos unos cuantos despierten, lo de lograr convencer a algún político de los del gobierno es otra cosa más complicada, pero bueno, por intentarlo que no quede, y a ver qué sale de esa norma reguladora del alquiler vacacional.
Eloy Cuadra, escritor y activista social.