I.- Cuando el sufrimiento propio eclipsa al ajeno. A cada activista social lo mueve algo en concreto, y a mí desde los inicios, desde que tuve que sacar del mar a jóvenes africanos muertos allá por finales del siglo pasado, siempre me movió el sufrimiento injusto y absurdo de tanta gente inocente. Tras los africanos vinieron las personas sin hogar, los ancianos, los niños, los abandonados por la sanidad, las madres precarias, los desahuciados, y así un largo etcétera, y fui tirando convencido de que algo hacíamos y de algo servía, pero hoy el sufrimiento propio, el físico, por unos cuantos achaques que arrastro por la edad, y el anímico, por tantos y tantos años de recibir ataques y críticas, casi cada día, a cada poco, alcanzan un nivel que me hace muy difícil continuar, porque es un dolor más grande que el dolor ajeno que siempre me movió.
II.- No se puede pescar con un tenedor. Hace tiempo que lo vengo diciendo, el activismo social para que tenga un mínimo de posibilidades de éxito, para que el sistema ceda de alguna manera a la presión de los activistas se necesitan algunos de estos cuatro pilares o apoyos fundamentales, a saber: a) que haya una continuidad a nivel político en sus acciones, esto es, que haya partidos políticos que continúen la lucha de los activistas; b) que se tenga mucha capacidad de impacto en los medios de comunicación; c) que haya muchas plataformas, colectivos y activistas sociales unidos; d) que haya mucha población apoyando a ese activista o activistas sociales. Por desgracia, yo en particular, y la mayoría de colectivos en Canarias, no cuentan con ninguno de estos cuatro pilares a unos niveles mínimos, y así es imposible, por muy preparado, muy hábil o muy valiente que seas, no hay forma de conseguir nada, como no se pueden pescar peces con un tenedor. Mucho esfuerzo, muy poco resultado, y acabas pareciendo ridículo.
III.- No son buenos tiempos para ser extranjero. Por muchos años que pasen nunca voy a perder el acento malagueño que me delata como no canario de nacimiento. Nunca seré un activista del pueblo, del pueblo canario al menos. Así, son muchos años ya siendo visto con reservas y muchos recelos por buena parte de los que en teoría deberían ser mis compañeros de lucha, a lo que hay que sumar lo de mi antigua profesión. Y por si con mi acento y mi antigua profesión no bastarán, desde hace unos años ya vengo proclamando mi simpatía y adhesión por la causa sociopolítica de una izquierda canaria de corte independentista, y en estos círculos es precisamente donde menos gusta mi acento, mi origen o mi antigua profesión, habiendo sido también repetidas veces rechazado.
IV.- Se me ocurrió meterme con unos cuantos fanáticos. Por mi predilección por la defensa de los más desfavorecidos o perjudicados en esta tierra, siempre reclamé mucha más implicación y valentía de los partidos políticos que en teoría, por programa y por ideología, debían ser más afines a las luchas sociales que defendía, me refiero a Si se Puede, Izquierda Unida y Podemos. Cierto que en esta reclamación mía es posible que me excediera en la crítica, o tal vez no, pero en definitiva la realidad es que estoy vetado a perpetuidad por todos estos grupos políticos, de dónde recibo habitualmente bastantes ataques, censuras o desprecios. Y no solo por los grupos en sí, también por todo el activismo social vinculado a estos grupos en Tenerife y por extensión en toda Canarias. Teniendo en cuenta que los partidos y colectivos de derechas nunca me van a mirar bien porque soy antagónico, si tampoco cuento con unas mínimas simpatías o apoyos entre los de izquierdas, la realidad es que me convierto en un rara avis, un llanero solitario, o lo que es peor, un temerario loco.
V.- Tal vez sea más sencillo. Creo que en los cuatro apartados anteriores se resumen bastante bien los motivos fundamentales que me hacen optar por una retirada, pero, igual es más simple y la causa no hay que buscarla externamente, y es que es posible que todos los problemas que he tenido en mi vida como activista tengan el origen y la causa en una dificultad manifiesta para trabajar en grupo, quizá por un exceso de autoconfianza, por sentir demasiado apremiante el dolor ajeno, o tal vez por simple empecinamiento, lo cual me llevó habitualmente a un exceso de individualismo o protagonismo, que no es lo más adecuado para trabajar entre activistas sociales. Un mea culpa como colofón más sensato, y olvidamos los cuatro párrafos anteriores y así nadie se enfada, y de paso soy consecuente con lo que habitualmente le digo a mis hijos: que no es buena cosa ir buscando culpas en los demás para lo que nos pasa en la vida. Vayan pues mis disculpas por todos mis errores y desvaríos, lo intenté mientras pude, espero que puedan quedarse con lo bueno que hicimos, que algo creo que fue a pesar de todo.
Saludos afectuosos,
Eloy Cuadra.