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Tenerife y las mafias empresariales: la vergüenza infinita.

Mónica, madre, trabajadora, camarera de piso en Tenerife, media vida trabajando en hoteles de la isla sin tener ningún problema, hasta que decide sumar su tiempo y su coraje a la lucha de las kellys por dignificar el trabajo de este colectivo (con un cargo importante, ahora presidenta de Kellys Unión Tenerife). Y de repente no le renuevan el contrato, y para su sorpresa no hay hoteles en Tenerife que la quieran contratar, pese a su contrastada eficiencia. Y llegan las preocupaciones, la falta de dinero, se acaba el paro, pasan los meses, y pregunta, y reclama, y habla, y siempre la misma respuesta, de la misma persona, mismo sindicato, recursos humanos.
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Mónica, hoy se ha armado de valor y ha convocado a los medios en la capital tinerfeña para denunciar lo que le sucede, con notable preocupación y muchísima entereza ha narrado su calvario, dejando entrever el miedo a dar el nombre de esa persona y ese sindicato, que no nombra, por más que le preguntan, previniendo así posibles acciones contra ella, cómo si no tuviera ella ya suficiente, cómo si no le hubieran hecho ya bastante. Aunque su miedo es fundado, créanme, aquí las cosas funcionan así, son las mafias empresariales, como las mafias políticas y otras mafias institucionalizadas, es la eterna lucha de David contra Goliat, aún más desigual, si cabe, es el fuerte regodeándose con el sufrimiento de las más débiles, es la vergüenza infinita que me provocan estas cosas, junto a la rabia o la tristeza, al comprobar la cobardía, la miseria y la podredumbre, también parece que infinitas, de toda esta gente poderosa.
las kellys
Suerte, ayer tarde, una amiga me escribió para avisarme de su presencia, y ahí he estado esta mañana para escuchar su historia y poder así contarla. Había bastantes medios de comunicación que seguro la contarán también, junto a activistas de las pensiones y alguna que otra compañera de la izquierda alternativa municipal, pero, casualidad, de un tema tan grave y con tantas implicaciones, ni rastro de algún representante público, alguna concejala, algún diputado, para dar su apoyo y tomar cumplida cuenta de esta lucha y coger el testigo. ¡¿No están acaso para eso nuestros representantes públicos?! ¡¿O tiene que ser una madre precaria la que de la cara hasta las últimas consecuencias?!
¡Vergüenza, infinita… vergüenza!

Eloy Cuadra