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¿Es el covid una nueva religión planetaria?

Es una de las preguntas que debemos hacernos. Aunque suene a descabellado así de entrada, multitud de paralelismos y similitudes apuntan a que pudiera ser este el caso. Pensemos, por un momento: ¿cuál fue el principal cometido de las religiones monoteístas en sus inicios? Amedrentar al pueblo con un poder sobrenatural, siempre del lado de los gobernantes, para así llevar a la gente por un camino apropiado de obediencia debida, con la recompensa dudosa de una vida feliz en el más allá una vez muertos. Esta era la fórmula, y el invento funcionó durante muchos siglos sin mayores complicaciones. Pero el devenir propio de nuestras civilizaciones, la democracia, la libertad, la igualdad de derechos, la pérdida de fe en el más allá, la globalización, internet y la facilidad de acceso a todo tipo de información sin filtrado o censura oficial ha llevado a muchos gobiernos mundiales a una progresiva pérdida de control sobre sus poblaciones, algo que ha hecho peligrar el status quo y obliga a una necesaria nueva vuelta de tuerca, un nuevo advenimiento, con el que volver a atemorizar y disciplinar a la gente. Es aquí donde aparece el covid, y es aquí donde comienzan los paralelismos.
religion planetaria
Porque toda religión necesita y parte de un Dios, un Dios todopoderoso, un Dios omnisciente y castigador que en todos lados está. El Dios de esta nueva religión es un virus nuevo que nadie conoce al cien por cien, un virus que muta y mata, que está en el aire, que todo lo penetra y tampoco parece entender de clases sociales. Y como toda nueva religión también esta necesita de sus apóstoles, de obispos enviados para transmitir las nuevas enseñanzas, son los virólogos oficiales, la OMS, la ciencia médica oficialista, las multinacionales farmacéuticas. Ellos, los expertos, los que conocen mejor que nadie la verdad revelada, son los nuevos apóstoles encargados de predicar la buena nueva.
gente con mascarilla
Y como en toda religión también imponen una liturgia al pueblo: higiene de manos, mascarilla y distancia social, una trilogía, la santísima trinidad. Y por supuesto, también tiene esta nueva religión sus mandamientos y sus pecados capitales: no bailarás, no harás botellones, no te divertirás en grupos de más de 6 personas, no amarás al prójimo ni serás afectuoso con él, muy al contrario, lo temarás y desconfiarás, no visitarás a los enfermos, no viajarás, en definitiva, llevarás una vida humilde y austera, alejada de cualquier tipo de fiesta o multitud, dado que la multitud hace la fuerza, mejor el pueblo sin fuerza, separado, aislado, perdido y asustado. Y como buena religión también tiene sus sacramentos, la eucaristía por ejemplo: la santa vacuna, el cuerpo de Cristo que te purifica por dentro y te libra de todo mal. O la penitencia como vía para expiar los pecados, algo que en religiones antiguas conocidas venía a ser la cuaresma, el ramadán o el yom kippur. En esta nueva religión se llaman confinamientos o cuarentenas: nos hemos portado mal, debemos quedarnos en casa.
Y de esta manera, el fiel que cumpla con todos los mandamientos de la nueva iglesia tendrá asegurada una vida, una vida miserable y llena de carencias, probablemente, con un trabajo mal pagado o necesitando en el peor de los casos de otro elemento propio de muchas iglesias: la caridad, los bancos de alimentos, Cruz Roja, Cáritas, la Santa Beneficencia, los subsidios mínimos… ¡y qué buenos son que nos facilitan algo de pan!
colas hambre
Por tener tiene esta nueva religión hasta una santa inquisición, los censores oficiales (newtral, maldita, las televisiones generalistas, unidades especializadas en asuntos informáticos) y a sus caballeros templarios, encargados de defender a los buenos fieles y a los peregrinos de los pecadores, son las policías y los ejércitos que nada dudan ni cuestionan. Porque sí, también en esta nueva religión existen los pecadores, los impíos, son los nuevos herejes, proscritos que niegan al Dios virulento o no creen en él, los llaman negacionistas, conspiranoicos, terraplanistas o hasta locos, son censurados, insultados, aislados, perseguidos y a veces también encarcelados. Y así estarán hasta que se conviertan a la nueva religión, sino por devoción y fe, sí al menos por obligación.
negacionistas
Cómo ven, son muchos los paralelismos y similitudes, están casi todos los elementos que se necesitan para alumbrar una nueva religión. El resultado: se acabó la clase media, algo que nunca existió más allá del último siglo y medio y que ha resultado bastante molesto para los intereses de las élites de toda la vida. Volvemos pues a tiempos pasados y oscuros dónde solo existía una aristocracia rica y poderosa y el resto, pueblo llano, pobre, obediente y miserable. Si no lo aceptamos por las buenas, será por las malas. La clave de todo este supuesto plan, la coartada: que nada de lo que sucede ha sido obra del hombre, es voluntad del nuevo Dios planetario, un virus desconocido, mortal e impredecible, no podemos hacer otra cosa. Es lo que nos dicen, es lo que hay.
En cualquier caso, espero equivocarme, y que esto no sea lo que parece ser, nada de una nueva religión ni similar, todo lo más algunas desafortunadas coincidencias y similitudes que no obedecen a ningún plan prefijado, un infortunio pasajero, un mal sueño, una pesadilla de la que algún día despertaremos y todo volverá a ser como antes o aproximado. Sea como fuere, sea o no lo que apunta, todavía hay esperanza, ese plan que parece estar escrito aún no se ha realizado del todo. De nosotros depende cambiar el guión.

Eloy Cuadra