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Reflexiones desde la frontera

Reflexiones, que no pueden venir desde otro sitio. Porque nací en la frontera entre dos países, y trabajé en la frontera que separa dos mundos, y desperté en las fronteras de lo humano, y ahora transito por las fronteras de la ley y además siento que no hay fronteras que puedan detener la idea de justicia.


¿Cuántas fronteras has enfrentado tú en tu vida? ¿En cuantas te detuviste y diste media vuelta? ¿Cuántas has logrado salvar? ¿Por qué el ser humano se empeña en levantar fronteras y más fronteras?
¿Acaso no hemos de estar prestos para partir ligeros de equipaje hacia la frontera, en un mundo donde la incertidumbre ante un futuro cada día más incierto es nuestra única certeza?
¡Eh!… ¡tú! ¡Mira esa valla! Es tu frontera. Te protege de todos esos que ves ahí intentando llegar hasta donde estás. Estás a salvo y te crees un afortunado por ello. ¿Por qué no abres la puerta? ¿Por qué no rompes la alambrada y les dejas entrar? Ya sé… son extraños, no son de los tuyos… ¿o no será que tienes miedo? ¿No has pensado en que mañana tal vez seas tú quien intente salvarla para huir de aquí? Entonces, es posible que sean ellos los que te miren desde el otro lado. Así que, mejor escóndete, disimula tu rostro, oculta tu miedo, para que no te recuerden cuando les pidas que te dejen entrar.


Se abre aquí un espacio abierto a la reflexión que por su indefinición no encuentra acomodo en otras categorías, mas no por ello es menos importante. Reflexiones desde la frontera he dado en llamarle, sobran razones que me vinculan a la Frontera y a todo lo que al otro lado hay. Sólo puedo decir: ojalá llegue el día en que haya de cambiarle el nombre, señal será de que han caído algunas fronteras, entre ellas, espero, las del odio y la incomprensión.

Versus.