Aunque este título suene bastante a una rendición a la meritocracia que tanto critico habitualmente, lo cierto es que siempre he tenido una percepción ambivalente de este asunto. De entrada no creo en absoluto en la mala suerte, y mucho menos en el argumento falaz que mucha gente usa para justificar lo que reciben cuando dicen que este, aquel o el de más allá le tienen manía. En mi opinión, lo que nos pasa es el resultado o la suma de lo que hacemos bueno, lo que hacemos malo y lo que no hacemos en la vida. Dicho de otra manera: rechazo total al victimismo. Lo cual no quita que siga creyendo que en sociedades como la nuestra, la canaria, tan partida y desigual, sea ciertamente complicado salir de pobre si naciste pobre, condicionado por tus circunstancias previas. Pero incluso en estos casos hay cosas que se pueden hacer para cambiar tu realidad, si lo intentas bien, de modo que no todo está perdido. Considero por tanto un error lo que buena parte de la sociedad canaria y española hacen habitualmente situándose en el victimismo, adoptando una posición lastimosa de debilidad o vulnerabilidad para recibir ayudas y condescendencia y vivir en eso permanentemente.
Llevo tiempo queriendo escribir sobre esto, y este pasado jueves sucedió algo que me animó definitivamente. Fue en la presentación de mi último libro, en el que tengo puestas muchas ilusiones. Un acto largamente anunciado por mí al que solo acudieron siete personas, de las cuales dos eran familia muy cercana y otro mi compañero de trabajo. Así de triste es: el activista que lleva más de veinte años de presencia y acción pública, luchando por mil causas justas y ayudando a tanta gente, y que ha publicado ya seis libros, uno de ellos avalado incluso por un premio Nobel de Literatura, sólo fue capaz de congregar a 4 personas externas en la puesta de largo de su último trabajo literario. Y digo triste porque un libro para un escritor es como un hijo que nace, y las presentaciones son actos para él tan importantes como una boda para los novios o un bautizo para los padres. Más triste todavía si tenemos en cuenta que este libro no es una novela intimista o bucólica, es un homenaje sentido a dos grandes activistas, y un regalo al pueblo canario y a la gente que lucha por un mundo mejor.

Mi lectura sin embargo es cero victimista. Si no había más gente es porque no lo merecía. Porque no soy nada simpático, ni tengo apenas amigos, ni soy carismático, ni mucho menos mediático, ni está de moda el rollo que vendo en el libro, totalmente a contracorriente. Tampoco estoy alineado en ninguno de los dos bandos, y ser tan crítico y tan directo ayuda aún menos. Si a eso le añadimos mi antigua profesión o mi procedencia foránea, vamos sumando y tenemos lo que tenemos. Luego está mi percepción de Lolo Dorta y Rosi Cubas, para mí dos grandísimos activistas que hicieron mucho por esta tierra y merecen todo el reconocimiento, pero se ve que no piensan lo mismo en Tenerife, porque solo vino el padre de Lolo y para de contar.Este es el análisis que hago y esto es lo que hay que hacer siempre, no autoengañarse, no buscar excusas o justificaciones ni hacer trampas en el solitario para quedarnos más contentos. Pese a todo estoy feliz, porque el niño ha nacido y ha nacido sano, y gusta por lo que parece a las pocas personas que lo han leído.
Y hasta aquí la reflexión personal sobre mi libro, al que le quedan algunas presentaciones que haré con gusto porque para mí son un disfrute a pesar de la poca afluencia. No acaba sin embargo lo que quería decir en este artículo, esto es: la importancia que tiene lo que hacemos bien, lo que hacemos mal y lo que no hacemos, en el devenir conjunto de nuestra sociedad. Aquí mi tesis es la misma: en Canarias tenemos simple y llanamente lo que nos merecemos -me ahorro el análisis pormenorizado porque ya lo saben-, porque hay más gente haciendo cosas mal o no haciendo nada, que gente luchando por mejorar Canarias. Mismo razonamiento para una España polarizada y maleducada que cada día me avergüenza más. Aquí la gran mayoría van a lo suyo, dicho coloquialmente, empezando por los que deberían preocuparse de lo de todos. Y lo peor es que no hay visos de que esta tendencia egoísta vaya a cambiar, convertida en ideología desde que un tal Adam Smith dijo aquello de que ”No es de la benevolencia del carnicero, el cervecero o el panadero de dónde esperamos nuestra cena, sino de la consideración a su propio interés”, y quedó inaugurado el capitalismo como tal.
En este punto de la historia, nadie con un mínimo de sentido común y conocimiento cercano de lo que pasa puede mantener que la preocupación exclusiva por el interés propio esté ayudando en algo a la sociedad en su conjunto. Clara muestra de ello la vemos en el problema de la vivienda, y cómo vamos caminos de suicidarnos completamente como sociedad, anulando la posibilidad de un futuro a generaciones enteras por falta de vivienda, y todavía la gran mayoría de nuestra sociedad sigue defendiendo el derecho de un propietario a mantener vacías las casas que le dé la gana o especular con ellas hasta el infinito porque es su derecho. Y aunque esta última afirmación mía haga que todavía caiga más mal a más gente, no puedo más que reafirmarme en ella: el buen ciudadano hoy y siempre, es el que tiene un pie puesto en sus asuntos personales, y el otro en ayudar o contribuir a que lo de los demás vaya mejor. Está bien, la mayoría de ustedes quieren seguir únicamente a lo suyo, perfecto, están en su derecho, pero sepan que tarde o temprano lo suyo también irá mal, si solo van a lo suyo. Por cierto, aclaro: ahora hay mucha gente que tiene un pie puesto en lo suyo y otro pie puesto en movimientos ciudadanos o políticos que basan su argumentario en el odio, la violencia y la exclusión del diferente, creyendo que con eso contribuyen al bien común; pero de tan bajas y tristes pasiones, siento decirlo, a la larga, nunca salió nada bueno.
Eloy Cuadra, escritor y activista social.
Versus Sistema Contra el Sistema
Eloy, Hermano, nada se pierde.
No son buenos tiempos para la lírica, y lo sabes.
Pero tu trabajo, actitud, talante y la Moral que subyace en él, no caenben saco roto.
El que tenga ojos y oídos de vea y escuche y el resto… Cada cual con su copla…
No decaigas ni un centímetro. Sigue avante, lo justo debe prevalecer.
Salud y Amor, hermano!