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Estado (social) fallido, un pequeño acercamiento.

“¡Sólo el pueblo salva al pueblo!”, esa frase que ha sido el lema de la Acampada Reivindicativa desde su creación suena hoy fuerte por la Comunidad Valenciana, y es triste que tenga que ser a raíz de una desgracia tan grande. Otra de las consignas o ideas fuerza que se han empezado a repetir a raíz de esta tragedia es lo de “España Estado fallido”. Es curioso porque algunos llevamos ya muchos años convencidos de que el sistema no funciona, muchos años sin votar a partidos, planteando una lucha directa desde posiciones anticapitalistas, muchos años intentando mostrar a la gente las contradicciones, las mentiras, las traiciones y los asesinatos del sistema. Curioso y triste que sólo tras la muerte de tantas personas buena parte del país venga a darse cuenta de que el sistema no funciona y urge cambiarlo, hablando incluso de que vivimos en un Estado fallido. Pero cuidado porque buena parte de los que enarbolan la bandera del Estado fallido son periodistas, youtubers, activistas o políticos de la derecha y la ultraderecha, intentando focalizar la ira, las protestas y la responsabilidad en Pedro Sánchez y sus socios, de modo que se puede colegir que lo que buscan es poner a gobernar a los suyos, los de la derecha dura y los herederos de Franco, momento en que ya no habrá Estado fallido, pero ¿qué Estado habrá entonces? Mucho cuidado por tanto con que la hartura y la indignación generalizadas sean usadas a favor de estas derechas tenebrosas. Y es que puestos a hablar de Estado fallido, también yo afirmo que vivimos en un Estado fallido, pero fallido sobre todo en lo social y en lo democrático, esto es, en el de los derechos básicos que vamos perdiendo a velocidad de vértigo. No hay en cambio Estado fallido alguno en el ámbito gubernamental, en el económico, en el militar, en el del control social o en el de los privilegios de las clases altas. Entendida esta aclaración o advertencia inicial, veamos a continuación dónde está el Estado fallido y dónde no lo está.
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1.- La incompetencia, el negacionismo y el tacticismo no son un Estado fallido. Hoy se está hablando de Estado fallido porque no ha habido respuesta, ni prevención, ni coordinación entre administraciones frente a la catástrofe de la DANA valenciana, hasta tal punto es así que una semana después del desastre continúan buena parte de las zonas afectadas sumidas en el barro y el abandono. Pero seamos sensatos, una realidad coyuntural no nos puede llevar a afirmar directamente que estemos ante un Estado fallido, pues bien podríamos dejarlo simplemente en que Carlos Mazón es un incompetente y un negacionista del cambio climático, y Pedro Sánchez es una persona tan cegada por su propio y gigantesco ego que ha perdido completamente la noción de la realidad del país. Es evidente por tanto que si hubiéramos tenido otros gestores en Valencia y en Madrid las cosas habrían funcionado bastante mejor y no estaríamos hablando ahora para nada de Estado fallido, ni llorando y enterrando a tantos muertos, que espero tengan algo de reparación y justicia en el pago político y penal de los responsables autonómicos (PP) y estatales (PSOE) que están detrás de tanta incompetencia y tanto tacticismo repugnante.
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2.- Sin solución a la vivienda. Cuando un Estado y todas sus administraciones no demuestran ni capacidad ni voluntad por proveer a la gente de un bien tan básico para la vida como la vivienda, creo que podemos empezar a hablar ya de Estado fallido, dado que no es una situación coyuntural que afecte a una determinada zona del país, es un problema estructural mantenido que afecta a la gran mayoría del país. Frente a la falta de vivienda, ni hay soluciones presentes, ni parece que las vaya a haber en el futuro, a tenor de las propuestas que se hacen desde uno y otro lado. Consecuencias de ello: no hay relevo generacional, y así tenemos el índice de natalidad más bajo casi del mundo, y la gente sufre, se deprime, se empobrece y se muere por la dificultad para acceder a una vivienda, por no hablar de la migración masiva de jóvenes o fuga de cerebros perdiendo lo mejor de cada casa, o del hecho que estemos convirtiendo buena parte del país en un parque temático exclusivo para turistas, acabando por faltar vivienda no ya sólo para la gente con menores ingresos, también ya para muchos trabajadores de sectores esenciales. Dos detalles más que hablan muy a las claras de este Estado fallido en materia de vivienda son la aparición del rentista como una nueva y definitiva clase privilegiada, y la generalización y aceptación de las empresas de desocupación como solución alternativa ante el colapso del Estado de Derecho, siendo como son “empresas” que basan su éxito en las coacciones y el amedrentamiento.
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3.- Sin sanidad ni educación públicas efectivas. Si bien es cierto que en otros muchos países de nuestro entorno capitalista la sanidad y la educación también están altamente privatizadas, no es menos cierto que en España la desigualdad y la pobreza son mayores que en muchos países de nuestro entorno, los sueldos medios son más bajos y la vivienda está exageradamente cara. En este contexto, el hecho de que la sanidad y la educación públicas se vuelvan cada día más deficitarias y estén empujando a la gente a invertir cantidades de dinero importantes en seguros médicos privados y en educación concertada o privada, está provocando sin duda un corte social importante que ahonda aún más la desigualdad y la desesperación de buena parte de la población. Dicho de otra manera: buena parte de la población española empobrecida ve como algo inaccesible acceder a un seguro médico privado o a que sus hijos vayan a colegios, institutos o universidades privadas, y aquí es donde se expresa de nuevo el Estado fallido, en un país donde muchos enfermarán y morirán más pronto de lo que les tocaba por la falta de una adecuada atención sanitaria, y en el que apenas funciona ya el ascensor social, el mismo que en otros tiempos permitía a las clases bajas estudiar y prosperar hasta un estatus económico mejor.
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4.- En un país privatizado y endeudado. Otro detalle que nos muestra muy bien que vivimos en un Estado fallido es la privatización de prácticamente todos los sectores y servicios esenciales, cuando buena parte de la población, como hemos visto en el punto anterior, no tiene dinero suficiente para comprar esos servicios o derechos privatizados, y el Estado está peligrosamente endeudado y por tanto imposibilitado para compensar a la población. Con todo esto, resulta que España está a la cola de Europa en cuanto al peso del sector público en su economía, con menos de un 2% de empresas públicas, muy por debajo de la media europea, muy alejado de países punteros europeos como Francia (12,1%) o Italia (12,4%), y a años luz de países como Suecia (24,7%) Bélgica (28%) o Finlandia (45,6%). Cuando hablamos de privatizaciones en el sector público estamos hablando, para que quede claro, de empresas en sectores estratégicos como la energía, los transportes, los bancos o las telecomunicaciones. Sobra decir que un estado sin sector público es un estado dependiente, entregado y sin capacidad de maniobra alguna. Y si nos vamos a otros servicios básicos aunque no estratégicos tenemos lo mismo, con fondos de inversión extranjeros (fondos buitre) o grandes empresas acaparando y especulando en sectores ya apuntados como la vivienda, la sanidad o la educación, además de en otros como la alimentación, los geriátricos, los cátering de colectividades, los medios de comunicación, el ciclo del agua y hasta la política a través de las empresas de consultoría. Se entiende con esto que las líneas políticas básicas que se siguen y aplican en España no las decidan los políticos, sean otros a los que nadie vota, no precisamente españoles. La guinda a este Estado social fallido, incapacitado, inoperativo, la ponen una deuda pública del 108% del PIB en junio de 2024, y una deuda privada de empresas y hogares en España aún mayor, en torno al 110% del PIB español en octubre de 2024.
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Hasta aquí lo más grave en relación a ese Estado social fallido del ¡Sálvese quien pueda! hacia el que vamos, un Estado social fallido que lo será aún más en comunidades pobres como la canaria o la andaluza. A continuación la parte en la que veremos el Estado democrático fallido.

5.- Entre administraciones elefantiásicas y una casta de privilegiados. ¿No les resulta curioso y extraño que el paradigma de la productividad y la rentabilidad que se aplica prácticamente a todos los espacios de la vida en nuestras sociedades occidentales, no se aplique para nada en el ámbito de la política? Dicho de otra manera: si las incontables administraciones públicas que tenemos en España, los ayuntamientos, los cabildos, las diputaciones, las empresas y los entes públicos, los gobiernos autonómicos o el gobierno central funcionaran como una empresa privada, ¿cuántas de ellas habrían ido hace tiempo a la quiebra?, ¿cuánta gente habría merecido ser despedida en estas administraciones inoperantes si se les aplicará la lógica de la productividad? No sucede nada de esto porque son una auténtica casta de privilegiados parasitando continuamente al pueblo, con administraciones duplicadas y hasta triplicadas (Canarias) para no solucionar nada, con prebendas y sueldos muy por encima de la media de los trabajadores en España, gente en muchos casos sin formación ni preparación demostrada. Por poner un ejemplo, en un municipio de 9.000 habitantes de Tenerife, la mayoría con rentas bajas o muy bajas, la alcaldesa del PSOE y el primer teniente de alcalde del PP se han subido el sueldo hasta los 52.000 euros anuales, ¿se puede tener más cara? ¿Por qué creen que no ha muerto ningún político en las riadas de Valencia?, porque ellos no viven en casas baratas construidas en zonas inundables, ni tienen que trabajar por las tardes. Y como esto pasa con todo: ellos no sufren el problema de la vivienda, ni las colas del hambre, ni la turistificación, ni la saturación en los hospitales o en los colegios, ellos tienen dinero suficiente para comprar todo lo que haga falta para vivir bien, por eso, lo que sufre el pueblo no les duele. Ellos viven como en una realidad paralela feliz, y por eso ha pasado lo de Valencia, su mundo idílico está tan alejado del real que han cortocircuitado.
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6.- En una partitocracia blindada. El motivo que está detrás de que esta casta de privilegiados lleven tanto tiempo siéndolo, últimamente sin esconderlo lo más mínimo, no es otro que el hecho de vivir en un sistema democrático que no lo es tal, es una dictadura de partidos o partitocracia totalmente blindada, donde el ciudadano solo participa una vez cada cuatro años, legitimándolos con el voto, para a continuación dejar a sus señorías completamente libres para hacer lo que les dé la gana, sin posibilidad alguna de fiscalización o control ciudadano. ¿Se han fijado que en España, a diferencia de lo que ocurre en otros países europeos, ningún político dimite salvo cuando su propio partido lo quiere, y los ciudadanos no tenemos forma de echarlos por mucha corrupción que se les encuentre? Y es que al votar a listas cerradas de partidos en lugar de a personas, los elegidos como diputados, senadores, consejeros o concejales, no se sienten obligados a defender los intereses de los ciudadanos que los votaron en tal o cual provincia o localidad, solo deben obligación al líder de su partido, el que lo ha invitado a la fiesta de los privilegiados, bajo pena de ser defenestrado en cuanto intente mostrar un poco de autonomía o dignidad. Y así es una y otra vez hasta el infinito, cuando llegan nuevas elecciones sacan de las listas a los más quemados y comienzan las falsas promesas y la propaganda, hasta que vuelven a salir para continuar parasitando al pueblo, sin importarles en absoluto que haya un 40 o un 50% de abstención o que el pueblo proteste en las calles, contra eso tienen a los medios de comunicación y a las fuerzas y cuerpos de seguridad.
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7.- Sin opción de voto decente. El drama de nuestro Estado social y democrático fallido se completa con lo que hemos evidenciado en los últimos meses, que no hay opción alguna decente a la que votar, y además ningún partido de los que van a salir está interesado por cambiar las tramposas reglas del juego de la partitocracia lamentable que sufrimos. Con este panorama, el crédito de la clase política, que ya venía muy debilitado en los últimos años, se traduce hoy en una desafección importante, en algunos casos hasta repugnancia, pena o lástima. Tal es así que si empezamos por los de más a la izquierda, nos encontramos con Sumar, Podemos y otras opciones regionalistas de corte similar, reducidos a la insignificancia después de haber abandonado durante tantos años la lucha de clases, agarradas a Sánchez y a sus luchas identitarias políticamente correctas, con la puntilla que ha supuesto lo de Errejón en el aspecto de la credibilidad mínima que ya tenían. Si seguimos hacia la derecha nos encontramos con el PSOE y el PP, las dos caras de una misma moneda, los que votan el 90% de las veces lo mismo en Europa, que si ya traían poca credibilidad han terminado por tirar la restante a la basura con la criminal gestión de la DANA valenciana. Y acabamos con los de más a la derecha de los Alvise y los Vox y compañía, o lo que es lo mismo, conspiranoia, odio, ultraliberalismo económico, desokupa, iglesia, racismo, patrioterismo rancio, franquismo y bulos. Caso aparte las opciones nacionalistas de algunas comunidades históricas, con más suerte por Cataluña, Galicia o el País Vasco, pero menos en autonomías como la canaria, donde nuestro partido nacionalista de siempre Coalición Canaria se demuestra un títere del que todos se ríen, incapaz de solucionar los problemas que nos afectan en Canarias, ni el de la inmigración africana, ni el de la superpoblación masiva, ni el de la turistificación, ni el del modelo insostenible, ni el de la vivienda, ni ninguno.
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Y hasta aquí lo que quería decir a propósito del Estado fallido que algunos claman últimamente, esperando que hayan podido quedar algunas cosas claras. Las soluciones o alternativas que nos quedan, que no son muchas, espero poder presentarlas en futuras entregas.

Eloy Cuadra, escritor y activista social.

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