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Crónica de un “canario” por el norte de España.

Sólo han sido seis días, repartidos entre la comarca leonesa de El Bierzo y la histórica y monumental ciudad de Santiago con sus alrededores incluidos, suficiente para desconectar unos días, para ver otras cosas y también, irremediable en mi caso, para comparar. Lo primero que me llamó la atención es que en El Bierzo la gran mayoría de la gente con la que hablas o te encuentras son de allí, o a lo sumo de provincias o comunidades cercanas. Lo mismo vale para Galicia, con la excepción no pequeña del aluvión de peregrinos andantes que marchan desde todos los sitios hacia Santiago. Con la salvedad peregrina incluida, lo cierto es que nunca tuve la sensación de que los turistas fuéramos ni una mínima mayoría, y en absoluto me pareció que estuvieran sufriendo gentrificación o turistificación. En Canarias por desgracia cada vez cuesta más encontrar a canarios o gente del lugar, lo que nos acrecienta la sensación de desarraigo y alienación. En el Bierzo tienen justo el problema contrario, es parte de esa España que pierde población cada año, lo que notamos en las carreteras prácticamente desiertas, algo extraño para ser finales de julio, un mes muy turístico en teoría, porque además es un lugar realmente hermoso.
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No vi ningún pobre en El Bierzo, no vi gente pidiendo en la calle, ni poblados de chabolas, ni personas viviendo en coches, en caravanas o en casas ocupadas, supongo que es parte de la despoblación de la que les hablo, no están porque se marcharon a buscarse la vida a otro sitio, o quizá porque las redes familiares e institucionales de protección funcionan mejor, porque la vivienda es muchísimo más barata, como la vida en general. Una anécdota sobre esta diferencia tan abismal entre Canarias y El Bierzo, en la cesta de la compra por ejemplo: nos paramos en una pequeña aldea junto a un río a estirar las piernas, y en una ventita nos dio por comprar una botella de agua de litro y medio y algo menos de dos kilos de fruta, entre manzanas, peras y melocotones; cuando le pedí a la señora que me cobrara me dijo que eran dos euros y pico, le pregunté si se había equivocado, pero la cuenta estaba bien; en Canarias eso mismo habría costado tranquilamente el doble. Comparación ventajosa dirán algunos, porque las peras, las manzanas y los melocotones se cultivan por allí y no tanto en Canarias, ¿pero qué me dicen de los aguacates que sí se cultivan en Canarias y no los hay en ningún lugar del norte de España? Varios días después ya en Santiago, pensamos en hacernos una ensalada para cenar y paramos en una céntrica tienda de frutas en pleno casco antiguo de la capital gallega, para nuestra sorpresa había aguacates de Málaga a dos euros y pico el kilo, cuando en Canarias llevamos tiempo con los aguacates rondando los 10 euros. En resumen, si un día hiciéramos una comparativa real bien documentada entre lo que le cuesta a cualquier español de la mayoría del país comer al mes y lo que le cuesta a un canario, nos sorprenderíamos de lo pobres que somos en las Islas por culpa de estos sobrecostes tan exagerados a beneficio de unos pocos haciéndose de oro, con la cooperación imprescindible de nuestras administraciones canarias corruptas y clasistas hasta decir basta.
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En el Bierzo son muy pocos los turistas como digo, son pocos en verano, imaginen en invierno con el frío que hace. Pero tienen muchas ecotasas y no hay el más mínimo problema. Así, para ver el Parque Natural Patrimonio de la Humanidad de Las Médulas te obligan a dejar el coche en un parking a razón de 4 euros y subir andando, para ver el Castillo de los Templarios de Ponferrada tienes que dejar 6 euros en taquilla, son 3 euros para el Castillo de Cornatel, 8 euros para la Catedral de Astorga más allá de El Bierzo, y suma y sigue con la mayoría de lugares de interés turístico de León, con aforos limitados incluidos. Eso se llama poner en valor un patrimonio y una tierra más allá de que sea muchos o sean pocos los turistas que vengan. En Canarias en cambio los turistas lo inundan todo y no pagan por nada, y parece que tenemos que darles las gracias de manera reverencial porque vengan con todo pagado a emborracharse, incapaces de poner en valor el destino Canarias como se merece. No les cobramos porque no tenemos catedrales góticas ni castillos medievales, dirán algunos, porque nuestro patrimonio es casi enteramente natural, pero ustedes saben tan bien como yo que no es ese el motivo, es otra vez nuestra clase política corrupta, clasista, acomodada y servil que no mira por el bien del Archipiélago y su sostenibilidad, por las necesidades de nuestra gente. Y es curioso porque entre tanta visita monumental casi lo que más nos gustó fue un salto de agua en un río formando una espectacular catarata que va a dar a una especie de lago rodeado de bosque, en una postal que parece sacada de una película de aventuras. Pudimos llegar hasta allí porque conectamos con gente del lugar que nos hablaron del sitio y nos indicaron el camino, y es que el spot más espectacular de El Bierzo no está en las guías turísticas, no está en los vídeos de YouTube que te hablan de las maravillas a visitar, y por no tener no tiene ni acceso indicado, hay que ir a pie monte y bosque a través con alguien del lugar que te lleve, quizá porque allí cuidan sus joyas de la masificación turística, ¿imaginan algo así en Canarias?
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Pero no todo fue El Bierzo, un lugar al que volvería sin duda, también estuvimos en Galicia, donde sus carreteras, al igual que en León, andan con muy poco tráfico pese al verano. El gallego es de naturaleza emigrante, supongo que también allí están menguando en población en muchos pueblos. Me llamó especialmente la atención que en Galicia todo está indicado en gallego, en los carteles oficiales, en los comercios, todo el mundo habla en gallego, aunque se entiende perfectamente, es muy parecido al castellano. Pero no es solo el lenguaje lo que se cuida allí, también es la cultura. En la leonesa ciudad de Astorga por ejemplo, coincidió nuestra visita con las fiestas grandes, la conmemoración histórica de las batallas entre romanos y astures, con buena parte de la ciudad recreando aquellos tiempos disfrazados de romanos y astures. La gran mayoría de los que participaban en la fiesta tradicional eran jóvenes, astorganos de mediana edad y familias con sus hijos. La tradición se trabaja y se refuerza, quizá porque allí saben que un pueblo que trabaja y refuerza su cultura y sus tradiciones refuerza también los lazos y la señas de identidad de sus gentes, muy necesarias para hacerse fuerte en la unidad y la defensa de una tierra cuando toca defenderla.
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Tanto o más de lo mismo en Galicia, las dos noches que pasamos en Santiago las disfrutamos asistiendo a conciertos junto a la Catedral en los que grupos de música tradicional gallega, pandeireteiras, gaiteros, violines y coros femeninos hacían las delicias de los presentes, con un público también mayoritariamente joven y local, con alegatos expresos incluidos en favor de la cultura y el habla gallegas, como el de la cantante e instrumentalista Mercedes Peón, mostrando que se puede ser con orgullo de un lugar y defender una cultura y unas tradiciones y ser al mismo tiempo de un país, sin que haya que pedir permiso ni perdón por ello, ¿se imaginan esto en Canarias? En el Archipiélago por desgracia hace mucho tiempo que abrazamos la globalización más salvaje y vivimos en una torre de Babel donde lo canario y el respeto a una cultura y a una tierra brillan por su ausencia, en favor de la depredación, la rapiña y la corrupción más absolutas.
Y como no solo de Cultura se vive, en Santiago también hay tiempo para la reivindicación y la defensa de los derechos humanos, y así me fui a tropezar con una gran pancarta institucional en una céntrico parque de la ciudad, en la que se podía leer “Palestina libre, Compostela con Palestina”. Y de nuevo gratamente sorprendido, un cartel así difícilmente lo vamos a ver en ningún municipio de Canarias, donde sus señorías, de naturaleza cobardes, rara vez se pondrán del lado de los débiles y de los oprimidos contra los poderosos.
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Con todo, a pesar de la fama que tienen de cerrados los norteños de aquella zona de España, el trato que recibimos fue siempre amable y educado, dispuestos a indicarnos y conversar sin problema. Un gallego incluso me pagó un billete de autobús porque no tenían cambio y tampoco cobraban con tarjeta y me iba a quedar en tierra. Por cierto, la imagen que leoneses y gallegos tienen de Canarias, cuando les decíamos que éramos de Tenerife, es la de una tierra invadida por los marroquíes, llena de pateras y de africanos que delinquen, eso es lo que les llega de Canarias últimamente, en lo que no parece la mejor imagen que podemos dar, pero, es lo que Clavijo y la ultraderecha nacional quieren, es lo que hay.
Y así acaba esta crónica improvisada de los seis días que un canario adoptado pasó por el norte de España, esperando que nos sirva para luchar por lo mucho que nos falta en Canarias, porque solo comparando con otros lugares podemos calibrar la magnitud real de la estafa y el sometimiento que sufrimos en las Islas.

Eloy Cuadra