Pocas personas en Tenerife en estos años han hecho tanto por salvar a la gente como la activista Inma Évora. Con sus defectos, con sus errores, pero con muchos aciertos y con mucha valentía, Inma y su Plataforma de Afectados por las Hipotecas han estado siempre ahí cuando una familia se veía arrojada a la calle por nuestro asqueroso sistema bancario-capitalista. Sólo tienen que ir a la hemeroteca y poner su nombre unido a la palabra “desahucio”, le saldrán miles de entradas, la verán a ella junto a madres llorando desesperadas, con algunos ciudadanos, algunas plataformas apoyando, verán a oficiales de los juzgados, a policías y a guardias civiles sacando a la gente, eso sí, no verán a ningún político, eso no iba con sus señorías. Ni iba con ellos antes ni va ahora, ¿y saben por qué? Porque con ellos no va nada que pueda ser problemático, nada que implique sufrimiento real de personas concretas con las que ellos tengan que implicarse, y nada que suponga enfrentarse lo más mínimo al sistema. Por eso, el derecho a la vivienda no es algo que preocupe a nuestros representantes políticos, como no lo es el derecho a una alimentación digna o el derecho a tener unos ingresos mínimos que puedan mantener a los niños con sus padres con unos mínimos de dignidad. No, nooo… ellos están para otros asuntos más chachis, vender motos sobre lo bien que va la economía canaria, el circuito del motor, ir juntos a Fitur, los derechos de los animalitos, las carreteras, o sacar mociones institucionales sobre asuntos que están a miles de kilómetros de Canarias y que en nada nos afectan pero queda muy bien, con mil interminables guerras internas a degüello, y fotos, muchas fotos sonrientes intentando aparentar que todo anda fenomenal. Ellos están para la gran política, la realpolitik, la ideología, no para la gente que sufre. ¡Ayy!, todas esas, pobrecitas…, ¡qué lástima! Pero yo, diputado, consejera, concejal, tan elegante, tan distinguida… ¿cómo voy a mezclarme con estos desgraciaditos? Para eso están las ONG, está Cáritas, está Cruz Roja, están los Bancos de Alimentos… anda, que vayan allí a ver si les dan algo. Y allí, si me siguen un poco últimamente, ya sabemos lo que les dan.
¿De verdad queremos esto? Pues a esto es a lo que nos encaminamos si dejamos abandonadas a su suerte a personas como Inma Évora. Y es que pocas personas como ella han luchado más en estos años por llevar dignidad a las vidas de nuestras familias, más allá de la beneficencia humillante que ofrece nuestro sistema. ¿Cuál es su pecado? Quizá, que un día, cansada de bregar siempre desde tan abajo, pensó que igual podría llevar su experiencia en torno al derecho a la vivienda a instancias políticas donde se pudiera influir un poco más. Y entró a formar parte de un grupo del Cabildo de Tenerife donde se hablaba de vivienda, y desde allí pasó a trabajar en Cáritas para seguir llevando su experiencia y saber hacer a la institución eclesiástica, y de su experiencia sale un proyecto de vivienda llamado Base 25, que Cáritas presenta como proyecto estrella. Pero Inma no se puede callar cuando ve que ese proyecto estrella al que le ha dedicado tantas horas y que ahora asume Cáritas, pretende dejar fuera a las familias que peor están y no quiere plantar batalla a los bancos, que casualmente son los que tienen con diferencia el mayor número de casas vacías en Canarias. En resumen, un proyecto descafeinado, un nuevo brindis al sol, pocas viviendas para ofrecer, y con unas condiciones complicadas. ¿Alguien pensó que Inma se iba a callar ante este dislate? Pues no, no se calló, y de sus protestas deriva una complicada situación laboral que termina en una baja temporal, lógica, algo que acostumbra a pasar con los empleados que no aceptan el ordeno y mando de los jefes. Y así llegamos hasta hoy, y a Inma la han despedido por acudir durante su baja a algún acto de sus compañeros de la PAH y por salir conmigo en televisión hablando sobre la pobreza de Canarias, justo lo mismo que hacía antes de que la contrataran, lo que casualmente motivó que la contrataran. Todo, en cualquier caso, muy injusto. Lo que la ha llevado a acampar desde hace días a las puerta del Cabildo de Tenerife en demanda de sus derechos.
Y ahí está, en una tienda de campaña, reclamando justicia para ella y para su hija, lo mismo que ella tantas veces reclamó con éxito para otras madres y otros hijos. Si hay un poco de justicia y de solidaridad en esta tierra, tenemos que estar con Inma Évora. Si ella fracasa, se acabó, fracasamos todos, fracasamos todas las personas que hemos sentido alguna vez la rabia por una situación injusta, todas las que queremos un mundo un poco más humano.
Eloy Cuadra