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La dignidad concreta: reflexiones en torno al 22M.

La dignidad, al fin en el centro de la lucha ciudadana, tres años después de que un grupo de locos decidiéramos montar en Tenerife una plataforma con ese nombre convencidos de que es la dignidad lo más valioso y estaba -y está- siendo atacada una y otra vez, pero no importa, mejor tarde que nunca. Lo que pasa es que dignidades hay muchas, y aquí vienen las divergencias. Está muy bien convocar a la gente por una Marcha por la Dignidad, pero una cosa es el lema y otra muy distinta el enemigo. Dicen los más optimistas que fueron más de un millón de personas las que se juntaron en Madrid el 22M, o igual menos, o igual más, da igual, fueron muchos. Muy bien… ¿y ahora qué?, digo yo, como Anguita, ¿ahora qué? Pues, a mí me gustaría que no siguiéramos cayendo una y otra vez en el mismo error en la elección de los enemigos y en su focalización. Porque… ¿quién es la Troika?, ¿quiénes son los Mercados?, ¿quién decide sobre la deuda, sobre los recortes, sobre las medidas de choque?, ¿quién es el FMI, el BM o la CE? ¿Algún enemigo concreto, cercano, al que podamos ponerle rostro y nombre?, ¿alguna batalla que podamos ganar? Creo que no, y así no vamos a ningún lado.

Marchas-de-la-Dignidad-22M

Y es que en la vida normalmente cuando se trata de atacar algo, ya sea una enfermedad, una anomalía en un programa o una pérdida en una empresa, se procura empezar localizando y poniéndole nombre a eso que nos está fastidiando, se necesita nombre y apellidos concretos, con una cara concreta, una vez hecho esto será más fácil trazar estrategias de confrontación y eliminación del daño, de lo contrario estamos dando palos de ciego o atacando a un fantasma. Y es también una cuestión psicológica, el ser humano organiza todo en base a una mente antropomórfica, y necesita rostros. A los dioses les damos nombre y forma humana, al que amamos necesitamos verle la cara para poder amarlo, igual que al que odiamos o al que tememos. Esto lo sabe el sistema, de ahí que se preocupe tanto por poner nombre y rostro concreto al enemigo que quiere neutralizar. Sadam, Chavez, Maduro, Putin, Bin Laden, el juez Silva, Cañamero, 22 radicales antisistema detenidos por intentar asesinar a los policías…, siempre habrá alguien concreto al que echarle la culpa, al que colgarle en cartel de “malo”. Nosotros en cambio no lo hacemos así, no apuntamos a nadie concreto, y para colmo pedimos una enmienda a la totalidad. Queremos el cielo para empezar y lo queremos todo, convencidos de la justicia de nuestra reivindicaciones y engañados tal vez por una falsa sensación de fuerza, porque se han juntado un millón y pico de personas en Madrid venidos de toda España. Pero, ¿realmente son tantos un millón y pico? A mí no me lo parece. No hablo ya de los pírricos 2000 o 3000 de Tenerife, o los 4000 de Las Palmas, de lo que hablaré luego.

Y al margen de esta cuestión numérica, el hecho de plantear reivindicaciones globales del tipo de “no a los recortes, a la austeridad, al paro, a la precariedad laboral o al pago de la deuda”, supone un problema ya en sí mismo, por muy justas que sean, que lo son, porque dejan abierta la puerta a que nos digan que no es posible, por mil razones, y acto seguido aprovechan para tildar a los manifestantes de alborotadores, revolucionarios o gente que quieren subvertir el orden establecido, producto de esa misma ambición o falta de concreción en lo que se pide. Es lo que pasa cuando se pone muy alto el listón de las exigencias, se juega un farol que todo el mundo sabe que lo es. ¿O alguien piensa que por una manifestación de un día o dos con unos cuantos millones de personas Rajoy dirá: “vale chicos, me habéis convencido”? Es un farol, nosotros lo sabemos, y ellos lo saben, entonces, las manifestaciones no son más que folklore. Están muy bien, pero sólo son folklore.

Un ejemplo de lo contrario lo tenemos en Burgos y su Gamonal. ¿Es que son los burgaleses los más valientes y comprometidos de España? Yo creo que no, simplemente plantearon una reivindicación concreta, un gasto de 8,5 millones de euros en algo que los ciudadanos creían innecesario, contra una persona concreta, el Alcalde. ¿Podía alguien culparlos de que querían subvertir el orden establecido?: no; ¿podía alguien decir que su reivindicación no era justa y realizable?: no. Y así pasó lo que pasó, y la batalla se ganó.

crear poder popular

En mi opinión este es el camino, batallas concretas, luchando por dignidades concretas, contra enemigos concretos a los que se pueda vencer, sólo así la ciudadanía se animará para futuras luchas con aspiraciones mayores. Porque la gente -lo habrán notado- está desanimada, muchos han bajado ya los brazos y se han resignado, y es necesario darles un triunfo para que se animen otra vez, por eso hay que ir hacia lo local. Y esto, no sólo lo pienso y lo digo yo, también lo dice un referente como el señor Anguita en su artículo análisis del 22M titulado ¿Y ahora, qué?, donde alude al futuro y propone lo siguiente:

“La futura marcha sobre Madrid debe ser la consecuencia natural de una necesidad y de una capacidad que se deriven de un trabajo múltiple de movilizaciones, sectoriales y territoriales llenas de contenido concreto y ligadas totalmente a las necesidades y problemas más inmediatos de la ciudadanía. Los esfuerzos didácticos y la primacía de lo concreto son reglas de oro. (…)
El centrarse en lo inmediato, lo local o lo territorial debe ser perfectamente compatible con el sentido global y estatal de la construcción de la mayoría.”

Pues…, gracias señor Anguita por verlo también usted.
anguita
Y es así, hay que centrarse en lo local, en los problemas concretos, en las dignidades concretas que se pisotean cada día por administraciones y gobernantes concretos, sólo así, ganando pequeñas batallas, se podrá construir una unidad duradera que nos de pie a pensar en batallas mayores. Y esto vale para toda España pero es especialmente necesario para Canarias, donde tenemos las mayores cotas de miseria y de dignidad pisoteada, y donde no hay manera de sumar fuerzas para nada, ni entre ciudadanos y colectivos sociales ni entre grupos sindicales y políticos. Pido disculpas por repetir siempre el mismo discurso hasta el punto de caer pesado, porque vengo diciendo lo mismo desde que un día de finales del 2010 me dio por acudir a una reunión de colectivos, ciudadanos y partidos políticos de izquierdas, en Geneto, en La Laguna. Entonces se trataba de formar un frente amplio sociopolítico de cara a las elecciones de 2011. Un centenar de personas se convocaban allí en aquellas jornadas sabatinas que no acababan nunca, y allí insistía yo en que el camino eran las luchas concretas por los problemas concretos de la gente. Nadie me hizo caso, se perdieron en pactos, posiciones en las listas, reuniones a petit comité y discusiones sobre programas ideológicos, y aquel intento quedó en nada. Hoy, casi cuatro años después, estamos en el mismo punto, y el tiempo me viene dando la razón. Porque, sinceramente, y con todos mis respetos a los que insisten una y otra vez en lo mismo, creo que hoy ya no es posible construir unidades sociales y políticas desde la teoría, sobre el vacío o sobre un programa ideológico, por muy bonito que este sea. ¿Por qué creen sino que había tan poca gente en Santa Cruz de Tenerife el pasado 22M?, ¿por qué la gente en Tenerife no comparte las reivindicaciones de las Marchas por la Dignidad? No señores, no, los ciudadanos sufrientes no militantes están cansados de teoría, de proclamas y brindis al sol, la gente quiere soluciones concretas a sus problemas concretos, y quiere hechos, no palabras. Por eso no salgo de mi estupor cuando veo cómo aparecen de repente mil partidos e iniciativas al albor del descrédito progresivo de los partidos generalistas con su tingladito y sus ideas fantásticas, creyendo que por el simple hecho de posicionarse en la salida la gente les va a ir detrás. No señores, no, aquí nadie se fía de nadie, y nadie se va a unir a nadie ni va a votar por nadie que no haya demostrado de antemano que vale y es de fiar. Entiéndanlo, a estas alturas de la partida aquí no se regala ya nada, y la unidad no nos va a caer del cielo, la unidad se logra trabajando, no con discursos y palabras bonitas.

Y esto último, insisto, vale especialmente para Canarias, territorio fragmentado en lo geográfico y por desgracia también mucho en lo sociopolítico. Es un camino largo el que nos queda, y hay que empezar la casa por los cimientos, luchando por dignidades concretas, en batallas locales, contra enemigos concretos. Sí, ya lo sé, parece poca cosa esto de preocuparse por cuestiones locales, no es tan chulo como clamar contra la Troika o contra los recortes, y es que además esta propuesta mía requiere de estar ahí en el día a día, abajo, en el barro, en la calle, con los dramas humanos y las indignidades concretas, y eso, a algunos no gusta tanto, porque es trabajo, trabajo y más trabajo, y tiempo, sin fórmulas mágicas. Es lo que tiene vivir en un mundo tan acelerado, al final también los que decimos luchar por otro mundo mejor lo queremos todo rápido y para ahora mismo. Pero no, no es posible, ya se acabó el tiempo de los milagros, hay que ir poco a poco, empezar por uniones en lo local, sólo así podremos saber si somos capaces de unirnos, sólo así podremos construir algo sólido que pueda entusiasmar a la gente con vistas a empresas mayores. Lo demás, siento decirlo, creo que será más de lo mismo. Ahora bien, ¿me escucharán esta vez?

Eloy Cuadra

2 Comentarios

  1. Cristian Goenaga

    PREPARSE PARA EL 2015. EL TIEMPO SERA ORO. GOBIERNO CIUDADANO ES LA SALIDA SIN CONTROL.

  2. Usted y yo hemos llegado a la misma conclusión por diferentes caminos. Cuando estuve en la marea constituyente, me di cuenta que había demasiadas mareas en el 15m, demasiada dispersión de los esfuerzos, demasiada división de las energías. En Islandia triunfó la protesta popular por que tenían una petición muy concreta de cinco puntos, y la hacían delante del parlamento, no dando vueltas por la ciudad molestando a todo el mundo. Llevo tiempo pensando que sin que haya unión de todos para conseguir un solo objetivo, mejor que se olviden de conseguir algo. Los objetivos tienen que ser concretos y locales si se dispone de unos pocos miles de manifestantes, pero si son millones los que se unen, se puede pensar en un objetivo que abarque más, pero eso sí, siempre un solo objetivo de cada vez. Y cuando se consiga, ya se puede pasar al siguiente objetivo. Esta forma de actuar facilita que se una más gente, y los miles se conviertan en millones, por que cuando la gente sabe qué es lo que reivindica un grupo, sabe si le interesa unirse o no. Pero cuando no está claro lo que reivindican, o cuando piden la luna, o cuando piden cientos de cosas, la gente de fuera ve desorden, confusión, y no se unen.